Editorial

Editorial: ::: LA INDOLENCIA FUE MAS :::

La imagen que captaron los reporteros que cubrieron la información del incendio registrado en el centro comercial conocido como “La Cachina” fue realmente desoladora, la mayoría de negocios que allí se ubican estaban reducidos a cenizas, la mercadería se había quemado y los comerciantes se quedaron sin nada.

Un incendio que se inició al promediar las 8.00 de la mañana del último viernes en este enclave comercial ubicado entre los jirones Olaya y la avenida Buenos Aires, a pocos metros del corazón de Chimbote, puso en serios aprietos a las unidades bomberiles y dejó en angustia a muchos propietarios de establecimientos y viviendas de la zona que temían que las lenguas de fuego pudieran propagarse a sus predios.

Se presume que la causa del siniestro haya sido un cortocircuito que encendió la chispa que encontró en mercadería que es inflamable la razón de un siniestro de características dantescas, los transeúntes y comerciantes eran mudos testigos de la manera como se calcinaban todos los negocios ante la impotencia de no poder hacer nada para impedirlo.

Inclusive, fueron muchos los comerciantes que, ganados por la desesperación, burlaron el cerco policial e ingresaron al establecimiento en llamas en busca de recuperar algo de su mercadería, lo peor es que aquellos negocios que estaban en la parte frontal a los cuales no llegaba el fuego fueron desmantelados para retirar la mercadería y ponerla a buen recaudo, empero, sufrieron la maldad de los delincuentes que se fueron llevando parte de ella.

Fueron horas de desesperación para muchos comerciantes que advertían como el esfuerzo de su vida se consumía bajo las incontenibles llamas, empero, todo ello tiene su causa y su razón de ser.

No es la primera vez que se registra un incendio de estas proporciones, ya hace poco más de una década se registró un incendio de similares características y muchos comerciantes perdieron igualmente su mercadería en un almacén en las que las guardaban.

Desde entonces se advirtió que una de las razones de estos siniestros era la informalidad en la que se habían establecido los puestos de los comerciantes, no existían medidas de prevención, estaban tugurizados y las conexiones eléctricas representaban una invitación al peligro.

Estas medidas de prevención son usualmente determinadas por la autoridad municipal, en nuestra ciudad las dependencias ediles han dispuesto hasta el cierre del mercado Modelo y de algunos otros, justamente, porque los comerciantes no adoptan las medidas mínimas de prevención en materia de seguridad.

Los pasadizos son usualmente invadidos por los propios comerciantes, se permite la informalidad que tuguriza los establecimientos y, lo más grave, es que las conexiones eléctricas se colocan de acuerdo a cada requerimiento de los comerciantes sin que existan instalaciones debidamente planificadas y que se sustenten en un proyecto eléctrico, lo que generalmente genera recalentamientos y cortocircuitos en la medida que se hacen conexiones unas sobre otras.

Y son los propios comerciantes los que suelen protestar cada vez que la autoridad municipal los emplaza o dispone las clausuras, cuando estas medidas lo único que buscan es evitar lo que ha ocurrido el último viernes en el centro comercial “La Cachina”, es decir, los siniestros de grandes y catastróficas proporciones.

Lo que no se debe dejar de soslayar es que el emporio comercial conocido como “La Cachina” es un enclave de negocios diversos, cuyo giro comercial está relacionado a la venta de toda clase de mercadería, allí las personas suelen encontrar los productos más buscados, lo que supone la presencia de mercadería en grandes cantidades almacenadas en locales alquilados que no son aparentes para comercios pero que funcionaron en condiciones precarias, incluso, muchos ni siquiera cumplían con los equipos de emergencia que se requiere en el rubro.

Y es que hace mucho tiempo recogimos y repetimos las premonitorias declaraciones de un ex jefe bomberil que señalaba que Chimbote tenía una verdadera bomba de tiempo en los mercados, no solo en los urbanos sino en los de la periferie en donde existen muchas mas carencias en materia de seguridad.

Las propias autoridades que recorrieron los principales centros de abastos detectaron la maraña de cables eléctricos expuestos que pasaban por los diversos puestos, no existía un orden y menos material que pueda asegurar estas instalaciones que deberían estar revestidas de canaletas, de utilizar llaves térmicas y brindar la máxima seguridad en este tema.

Lo más grave es que cuando los bomberos han intervenido se han encontrado con la sorpresa de no hallar hidrantes en las principales arterias o si los hay se encuentran deteriorados o malogrados, exponiendo de esta manera la seguridad de las personas ante un eventual siniestro.

Esto es parte de lo que tiene que haber ocurrido el pasado viernes en “La Cachina”, de otra manera no se entiende cómo es que debieron solicitar la presencia de una cisterna de agua de la Municipalidad Provincial del Santa para poder contar con el suficiente líquido elemento que les permita hacer frente al fuego.

En estas condiciones es difícil hacer frente a las tragedias, con el agravante que desde hace años los Bomberos de Chimbote tienen serias carencias y deficiencias en equipos contra incendios y material de seguridad de los voluntarios, empero, en esas condiciones se tiene que hacer frente al fuego.

No sabemos si la autoridad municipal ha realizado una inspección al centro comercial La Cachina y si lo hicieron los comerciantes cumplieron con salvar las observaciones, la sensación que tenemos los chimbotanos es que nada se ha hecho en este aspecto de otra manera no se habría desatado un siniestro de las características que se registró el último fin de semana.

Esperemos que la autoridad municipal no afloje en el tema de seguridad de los mercados, el último incendio en La Cachina nos ha demostrado una vez más que la indolencia fue mucho más que la prevención.