El último viernes, en las primeras horas de la mañana, ocurrió algo que los peruanos éramos conscientes que habría de ocurrir, pero confiábamos que se podría presentar algunos meses más adelante.
Nos referimos al anuncio que hizo el presidente de la república, Martín Vizcarra Cornejo, a través de una suerte de mensaje a la nación, dando cuenta al país de la confirmación de un primer paciente afectado por el temible coronavirus, un mal que se viene extendiendo en todo el mundo y que tiene connotaciones mortales en ciertos casos.
Este primer caso de coronavirus en el país se detectó en un joven de 25 años, trabajador de la empresa Latan Perú, quien había retornado al país los últimos días del mes de febrero, luego de visitar Francia, Checoslovaquia y España, países que registran casos de esta enfermedad, especialmente el último de los mencionados.
Para muchos era inevitable que aparezca este mal en el país en la medida que es altamente contagioso y llega a través del organismo de personas que viajan constantemente al exterior o que hacen turismo, las cuales ingresan al país absolutamente sanos porque el virus se incuba en el organismo por espacio de 15 días antes de iniciar su ataque pernicioso a las personas.
De esta misma manera el virus ya había invadido unos días antes países vecinos como Brasil, Chile y Ecuador y es que ello responde a la naturaleza contagiosa de este mal y la posibilidad de trasladarse en las personas sin que sospechen que lo llevan dentro y ellos mismos contagian a quienes están en su entorno familiar, amical y laboral,
Es una cadena que se hace peligrosa y genera serios riesgos a la salud mundial, tanto así que las autoridades ya están evaluando la posibilidad de decretar una pandemia, que es una emergencia mundial frente a la cual se debe actuar con presteza y urgencia para evitar que se siga expandiendo en todos los estratos.
Sin embargo, pese a su naturaleza altamente contagiosa y sus características mortales para los grupos de riesgo, el pánico y la alarma son las peores compañías de esta enfermedad, por el contrario, la única manera de neutralizarla y derrotarla es guardando calma y cumpliendo las principales reglas de prevención y ellas están dadas en los hábitos de higiene de la persona.
El Coronavirus no es un mal aerotransportarle, es decir, no se respira o se adquiere del ambiente, es una enfermedad de contacto, que se contagia con las manos, que ingresa a nuestro organismo a través de la boca, la nariz o los ojos que son los órganos que los hombres y mujeres constantemente nos tocamos de manera involuntaria y si lo hacemos después de haber cogido algún objeto en donde se han posado las secreciones de una persona contagiada, entonces seguiremos ese mismo camino.
De tal suerte que si cogemos los mismos objetos en donde se han reposado el virus de una persona enferma que ha estornudado o que tose dejando los restos del virus, pero antes nos hemos lavado las manos no sucederá nada si es que nos llevamos las manos a la boca los ojos o la nariz.
Estos virus mueren con el contacto del jabón, basta lavarse las manos de manera constante, cuando llegamos a nuestro centro de trabajo, cuando regresamos a la casa, cuando descendemos de un vehículo de transporte público, en general después de haber cogido objetos pasibles de ser contaminados por personas contagiadas, para disipar la posibilidad de un contagio.
De allí que para los peruanos y los chimbotanos este mecanismo no son extraños, por el contrario, son los mismos que hace 9 ó 10 años atrás llegaron al país a través de la influenza AH1N1, aquella que dejó miles de victimas en México, en donde apareció por vez primera y generó un tremendo pánico y muchas víctimas debido al factor sorpresa que tienen estos males cuando se presentan por primera vez.
Y es que tanto el coronavirus como la AH1N1 no son enfermedades nuevas o desconocidas, se trata de virus que han sido descubiertos hace muchos años y han sido neutralizados por la ciencia médica, sin embargo, estos virus suelen mutarse y hacerse resistentes a los medicamentos tradicionales con los cuales se combaten, de allí que al hacerse resistentes a la medicina comienzan a atacar a las personas y dejan miles de víctimas en los grupos de riesgo, es decir, madres gestantes, adultos mayores, personas mórbidas o cuadros clínicos como aquellos que padecen diabetes, hipertensiónÂÂ o males cardiacos que suelen tener defensas más vulnerables que los demás.
Por ello es que mientras los infectólogos y los científicos trabajan en el hallazgo de los antibióticos que derroten esta nueva mutación del coronavirus, solo que hacerle frente mediante los mecanismos de prevención, con el efectivo y religioso lavado de manos y evitando alternar con personas afectadas con males respiratorios.
No hay por qué alarmarse, los chimbotanos deben recordar que ya hicieron frente a una emergencia de este tipo, si la memoria no nos traiciona en los años que se presentó habrá generado unas 10 u 11 muertes en los pacientes de grupos de riesgo, una cifra que es mínima frete a los efectos que generan los brotes epidémicos.
Hace solo unos días comentábamos que las farmacias de Chimbote habían agotado sus stocks de mascarillas en la creencia que de esta manera se evitará el contagio, esa solo fue una reacción de pánico alimentada en los perniciosos informes de las redes sociales en la medida que se sabe que estas mascarillas no surten efecto para las personas sanas en la medida que el contagio es por contacto, especialmente por la falta de higiene en las manos.
Esto lo han dicho y lo han repetido los médicos, es lo mismo que miles de peruanos conocimos hace algunos años atrás cuando llegó la influenza AH1N1 con los mismos caracteres mortales, por lo tanto, no hay porque alarmarse y desesperarse, basta recordar como reaccionamos hace algunos años ante un mal de similares características porque el coronavirus se manifiesta como una fortísima gripe que ataca el organismo y pasa en el periodo de 7 días como una influenza común y corriente.
No hay duda que la historia se repite, nos enfrentamos a un mal que puede ser superado con medidas efectivas de prevención, ya lo hicimos antes, muchos peruanos ni siquiera se enteraron que habían padecido la influenza AH1N1 y pensaron que soportaron una fuerte gripe, eso solo lo conocieron después de terminada la emergencia, de allí que la manera de impedir que este virus haga estragos en nuestra ciudad solo depende de cada uno de nosotros., apliquemos nuevamente las medidas de prevención, sin asustarse ni alarmarse, solo con disciplina y responsabilidad.