Cientos de pobladores de Pueblos Jóvenes y Asentamientos Humanos de Nuevo Chimbote, acompañados de sus respetivos dirigentes, marcharon anteayer lunes por las principales calles de la ciudad para demandar paz y justicia frente a los últimos crímenes que se vienen registrando en nuestra ciudad y que están a cargo de sicarios aparentemente contratados por traficantes de terrenos.
La medida fue adoptada luego del último y alevoso homicidio perpetrado por dos sicarios en agravio de César Augusto Iza Figueroa, del secretario general del A.H. “Joselyn Álvarez Asián”, y que tiñó de sangre las celebraciones religiosas de la Semana Santa.
El hecho alevoso y execrable se concretó a plena luz del día, cuando los relojes marcaban las 3.00 de la tarde y solo a unos metros del domicilio del agraviado, luego que una extraña llamada telefónica obligara al dirigente a salir repentinamente de su domicilio y cuando apenas había avanzado un tramo se acercó sigilosamente una motocicleta con dos individuos abordo, quienes le descerrajaron cinco tiros en el rostro, inclusive, una vez caído en el suelo se dieron tiempo para acercarse y darle un tiro de gracia en la nuca.
El accionar de los delincuentes pone de manifiesto un ensañamiento repudiable contra la víctima y encierra un enigma que corresponde desentrañar a la Policía, pues por la forma como se ha concretado este nuevo crimen todo indica que responde a un ajuste de cuentas o la ejecución de una amenaza que venía recibiendo este dirigente.
Ello porque no es la primera vez que asesinan a un dirigente de un Asentamiento Humano en las zonas de expansión de Nuevo Chimbote, por el contrario, aun cuando no manejamos las cifras exactas, debe ser el décimo crimen perpetrado en esos predios y bajo esta misma modalidad del crimen por encargo.Â
Es indudable que este clima de sangrienta violencia que se desata en los lejanos arenales del cono sur es la secuela de una actividad delincuencial que está en boga como es el tráfico de terrenos, aquel aprovechamiento delincuencial de la toma de terrenos con fines de especulación, para negociarlo a terceros valiéndose de la necesidad de vivienda de mucha gente que carece de un techo donde vivir.
Justamente, esta dramática carencia de una vivienda expresada en el deseo de familias jóvenes por invadir terrenos eriazos de Nuevo Chimbote, llevó a una casta delincuencial a sumarse a esta actividad, comenzaron a copar predios, encabezaban las asonadas y terminaban lucrándose con las parcelas que ellos mismos lotizaban.
Estos delincuentes fueron asomando a gente avezada y rankeada, comenzaron a ingresar bandas despiadadas a esta actividad como los denominados “patecos” y tantos otros que no han vacilado en mostrar su lado criminal a través de atentados contra la vida de todos aquellos que se ponen en su camino.
De allí que para que estos maleantes tengan espacio en los asentamientos humanos comenzaron a trabajar con los dirigentes, algunos que se prestaron a este manejo delictivo y otros que se vieron obligados por amenazas, siendo estos la mayoría que en determinado momento pretendieron trazar una línea de deslinde y terminar con esta clase de aprovechamiento delictivo, consiguiendo unicamente que los eliminen.
Todo esto está contenido en un informe que la Municipalidad Distrital de Nuevo Chimbote entregó el año pasado a la Jefatura de la División Policial, allí se apreciaba el análisis que hicieron los funcionarios ediles que están en contacto con las dirigencias y tomaron conocimiento de la infiltración de bandas delincuenciales en el tráfico de terreno y señalaron la necesidad que la Policía tome cartas en el asunto.
Ya no era un problema que podían controlar funcionarios o dirigentes, se trataba de un accionar delictivo en el que se requería la presencia de una autoridad en capacidad de poder hacer frente a estas organizaciones delictivas, por ello es que se entregó un detallado informe a efectos que se corte de raíz esta vinculación delincuencial que estaba haciendo mucho daño y cometiendo marcados abusos en esos sectores.
Precisamente, este documento se hizo en razón de los continuos crímenes que se registraban por la disputa de terrenos en esos sectores, no solo de dirigentes que han sido cobardemente acribillados, sino hasta de posesionarios que se negaron a dejar sus lotes de terreno ante la amenaza de los delincuentes y por ese hecho pagaron con su vida, como ocurrió con dos trabajadores que fueron ultimados en el vehículo en el que se desplazaban desde el rancho que tenían en uno de esos asentamientos.
Sin embargo, varios meses después, tras una nueva y violenta muerte, se sabe que la Policía no le prestó interés a este informe por lo menos no se hizo nada con la información proporcionada por la Municipalidad en la cual, justamente, se mencionaba al asesinado César Iza Figueroa como uno de los dirigentes que estaba siendo amenazado por los traficantes de terrenos.
Nos imaginamos que si la Policía hurgaba más en este tema, si por lo menos citaba a ese y otros dirigentes mencionados en el informe que llegó a sus manos, los maleantes que están detrás de estas actividades delincuenciales se habrían replegado, hubieran buscado la manera de retroceder porque siempre la presencia policial hace alejar a la delincuencia, empero, todo indica que no hicieron nada y si iniciaron alguna pesquisa esa ha sido totalmente negativa.
Las autoridades tienen la obligación de escuchar la voz de los pueblos y dirigentes que han salido a marchar a las calles, son ellas, especialmente la Policía Nacional, la que tiene que proteger a los pobladores y erradicar el tráfico de terrenos en esa zona, más aun cuando al margen del informe que le hizo llegar la Municipalidad sureña, todo el mundo sabe que en esas áridas zonas que se invaden en el extremo sur de la ciudad ésta actividad delictiva ha cobrado inusual vigencia arrebatando lotes a humildes personas y negociándolos con terceros de la manera más impune que cualquiera se pueda imaginar. La falta de reacción puesta de manifiesto por la Policía Nacional deja a esos dirigentes y pobladores a merced de estos asesinos que pretenden seguir tiñendo de sangre las calles de Chimbote. Eso no se puede permitir.