Editorial

::: POR DESHONESTIDAD :::

La Junta Nacional de Justicia sesionó la semana pasada para votar el pedido de destitución del Juez Superior de la Corte del Santa, Samuel Sánchez Melgarejo, y, no necesitó de mucho debate o análisis de los hechos para decidir su inmediata expectoración de la administración de justicia.

Los magistrados dieron su opinión, uno por uno, respecto a los hechos que fueron materia de la ponencia, en este caso por la investigación que se le iniciara hace dos años atrás tras difundirse los audios de la red de corrupción conocida como “los cuellos blancos del puerto” que involucra una mafia al interior de la justicia en el país.

Entre los audios que se difundieron aparecía uno en el que se escuchaba al Vocal Samuel Sánchez Melgarejo, por entonces integrante de la Sala Civil de la Corte Suprema al haber sido promovido como Juez supremo provisional, quien se había contactado telefónicamente con Gianfranco Paredes, asistente y mano derecha del entonces todopoderoso Presidente de la Corte del Callao, Walter Ríos Montalvo.

Paredes es el que hacía los negocios sucios a Ríos Montalvo, por ello ambos se encuentran en la cárcel desde hace más de dos años, y, justamente, en esa ocasión Samuel Sánchez no lo llamaba para saludarlo o tramitar algo licito en la sede judicial del Callao, por el contrario, lo llamaba para pedirle que contrate a dos de sus allegados.

Incuso, en diálogos posteriores entre Ríos Montalvo y Paredes se alcanza a escuchar al primero de ellos que le irritaba que Sánchez Melgarejo llame a César Hinostroza para que le recuerde el favor que le tiene que hacer, refiriéndose a la máxima cabeza de esa mafia a la que, de acuerdo a esa grabación, también llegaba el magistrado de Chimbote.

No se puede soslayar que cuando se desató el escándalo, Samuel Sánchez negó que lo estuvieran investigando, a pesar que los medios dieron a conocer las declaraciones en ese sentido del juez Supremo César San Martín que llegó a nuestra ciudad encabezando un equipo de la Oficina Nacional de Control de La Magistratura, y, luego se limitaba a responder que no había cometido nada ilícito, que estaba respondiendo a una acción humanitaria y altruista para recomendar a dos personas que necesitaban del trabajo y que finalmente no les dieron cargo alguno, por lo que se consideraba exento de alguna responsabilidad.

Es realmente lamentable que alguien que ha ostentado la calidad de magistrado supremo pueda hacer juicios de valor de estas características, pueda minimizar hechos sumamente graves. Samuel Sánchez era consciente que había caído, que había sido sorprendido en flagrante conducta inmoral y descalificada.

En la judicatura no es necesario que se cometan delitos para descalificar a un magistrado, es suficiente que se actúe contra la ética, contra la honestidad, es suficiente que se falte a la magnanimidad de una investidura que no se regala, sino que se entrega a quien realmente la merece y la respeta, quienes no lo hacen no tienen otro derrotero que la vía pública.

Esto es lo que decidieron los magistrados que integran la Junta Nacional de Justicia, señalaron que las prebendas que pedía Samuel Sánchez Melgarejo formaba parte de una práctica ilegal que debería ser erradicada del Poder judicial, que no tiene espacio en la judicatura, que es un acto repulsivo para ella, consecuentemente, votaron de manera unánime por su inmediata destitución, lo cual ya debe haberse sancionado.

Es el fin de un magistrado sumamente cuestionado en nuestra ciudad, muchos deben recordar las denuncias reiteradas que se hicieron respecto a los manejos que protagonizó cuando estuvo dos veces al frente de la Presidencia de la Corte del Santa, muchos deben recordar que el colectivo PROJUSTICIA elaboró un informe revelador que dio lugar a una prolija investigación contra este magistrado pero respecto a cuyos cargos nunca se supo cómo culminaron.

Solo cuando se dio a conocer este audio de “los cuellos blancos” es que los órganos de control se decidieron a actuar, ellos como todos, eran conscientes que esta fue una sola llamada interceptada legalmente, empero, la pregunta que cabría hacerse es ¿Cuántas otras llamadas hubo? ¿cuántos otros pedidos descalificados tramitaron en lo que fue una mafia que estuvo enquistada en la administración de justicia?.

Finalmente, los miembros de la Junta Nacional de Justicia dejaron de lado los tradicionales prejuicios en la sanción a un magistrado, descalificaron por completo las acciones de Samuel Sánchez Melgarejo, consideraron que esos pedidos se hacen por deshonestidad y ello no cabe en la judicatura, quien pretende hacer u organizar un mercado de influencias que lo haga, pero en su casa. No hay vuelta que darle.