Editorial

::: GUARDIÁN DE LA BAHÍA :::

Las personas que luchan por un ideal siempre lo hacen en silencio, sin producir mucho ruido y sin reclamar aplausos ni recompensas. Para esta clase de personas, el ideal está por encima de lo material. Pero no por eso se rinden fácilmente ante cualquier obstáculo. Por el contrario, son intrépidos e indesmayables. Con mayor razón si la causa del ideal por el que luchan obedece a un gran objetivo como es, por ejemplo, la descontaminación de la bahía de Chimbote. Uno de estos idealistas, pero al mismo tiempo pragmático y comprometido, es el comandante AP (r) Vicente Rossel Berendson, gerente de APROFERROL e impulsor del Emisor Submarino de Chimbote, quien acaba de fallecer el último domingo en el Hospital Naval de Lima.

Desde la década de 1950, cuando empezaron a  operar las primeras fábricas de conserva, harina y aceite de pescado, la bahía de Chimbote se convirtió en un enorme depósito de los desagües que estas plantas industriales evacuaban directamente al mar las 24 horas del día. Todas las normas y disposiciones legales que supuestamente impedían y sancionaban este mal proceder, no han pasado de ser letra muerta.

En más de setenta años, este atentado contra el medio ambiente ha convertido el mar de Chimbote una masa de agua oscura y maloliente que, para colmo, ha hecho desaparecer la hermosa playa que existía a todo lo largo del malecón Grau, considerada en su tiempo como uno de los mejores atractivos turísticos del Perú.

Se calcula entre 40 y 60 centímetros el espesor del colchón de barro putrefacto que los desagües industriales han formado en el fondo de la bahía El Ferrol durante todo este tiempo. Ese es el precio que tuvo que pagar Chimbote a cambio del título honorífico de Primer Puerto Pesquero del Mundo.

A pesar del tiempo transcurrido y de todo el dinero generado por la industria pesquera, ni el gobierno central, ni el gobierno regional y por último ni el gobierno local, se han preocupado jamás por corregir esta situación. Todo han sido palabras y buenas intenciones. Nada más.

Recién a comienzos de 2007 nace la idea de juntar los desagües de las fábricas pesqueras en un solo colector para luego expulsarlos fuera de la bahía de Chimbote a través de un emisor submarino de 10 kilómetros de longitud. Con ese propósito se forma APROFERROL, una institución privada que tuvo como impulsor y gerente al comandante Vicente Rossel.

En un primer momento, de las 39 fábricas pesqueras que existen en Chimbote solo ocho aceptaron participar en el proyecto. La mayoría de ellas se negó argumentando que iban a implementar su propio sistema de tratamiento y evacuación, cosa que tampoco cumplieron.

Quedaba claro que hacía falta un ingrediente difícil de conseguir pero al mismo tiempo indispensable, como es la creación de una cultura ambiental en el empresario pesquero y de eso se encargó el comandante Rossel. Tocando puerta por puerta y con una vocación casi evangelizadora, visitó personalmente a todos los empresarios pesqueros para convencerlos de unirse a esta gran cruzada por la salud del medio ambiente. Lograr este cambio de actitud tiene una gran significación.

A pesar de todo lo avanzado y de los beneficios que significa la puesta en funcionamiento del emisor submarino, todavía existen algunas empresas pesqueras que se las ingenian para mantenerse al margen, ya sea  invadiendo conexiones de desagües domésticos, o utilizado tuberías clandestinas que desembocan en el río Lacramarca.

La descontaminación de la bahía de Chimbote es un sueño que aún está lejos de hacerse realidad pero no por eso se puede negar que la puesta en marcha del emisor submarino es  un gran avance con miras a este objetivo. Y eso es algo que tenemos que reconocer la comandante Vicente Rossel, guardián de la bahía de Chimbote.