Opinión

ENCUENTRO CON GALARRETA

Por: Miguel Rodríguez Liñan (*)

Galarreta es un pueblito perteneciente a la comunidad de San Milán, en la provincia de Alava, situada en la comunidad vasca de Hispania, también conocida como la madre patria. Y Galarreta es el apellido paterno de Guillermo Memo, un pata de infancia, quien, el viernes seis de mayo del 2022 después del Christos, como surgido de los espacios de la memoria y de los tiempos primordiales, y proveniente de Washington DC donde reside, nos visitó.

      Estando en la región vasca, Galarreta presenta su pasaporte por algún motivo, usted es vasco porque tiene nombre de pueblo vasco, le dicen, pese a que él alega ser peruano nacionalizado norteamericano. Y yo no podía creerlo. Desde que vivo en Francia, es decir desde el jurásico, antes de Galarreta, dos patas de la promo, Coco y Tayabamba, amenazaron con venir a visitarme, pero no se concretizó el primero por la pandemia y Taya por asunto familiar, en fin, a la tercera va la vencida, aquí está Memo Galarreta. Previamente a este emocionante encuentro, habíamos intercambiado algunas palabras vía Messenger, aunque yo para ser franco me sentía escéptico.

   « Miguel, espero que estés gozando de la vida. Es probable que visite París entre el 5 y el 16 de mayo, aprovechando la invitación de mi sobrino que está haciendo trabajo de post grado en la ciudad luz. Sería genial si pudieras venir. Si no, puedo ir a verte o tal vez nos podemos encontrar en algún otro lugar. No tengo un itinerario definido y mucha flexibilidad. Déjame saber si tienes tiempo disponible y qué funciona mejor para tí. »

      Aunque tuvimos un breve contacto anterior, donde yo le pedía su dirección para mandarle un libro que al final no envié, cuarenta años por lo menos separaban nuestras voces, nuestras espíritus e incluso las nuevas formas de nuestros cuerpos. Pensé en mi pata Panchito Aguilar, que también estuvo de paso por Marsella, pero que tampoco pude ver… Entonces respondo así « ¡Recordado Memo! ¡Me alegro mucho de tener noticias después de tanto tiempo! Para la fecha que me indicas no puedo ir a París, ya te contaré, pero ven a Marsella o a Aix-en-Provence, estás apenas a tres horas de tren! ¡Ya la seguiremos! ¡Recibe un cálido abrazo chimbotano desde Lambesc! »

      De  pronto la infancia se corporiza en bloque, el barrio uno, el club Dominico, nuestro equipo de fulbito juniors, Panchito Aguilar, Pepe Castro, Galarreta, el suscrito, los otros dos no me acuerdo, el trágico partido que, siendo altamente favoritos, perdimos tres a cero contra los Tiburones de La Caleta, nuestros estuches tenían seis añitos, ahora Galarreta está aquí, bueno, ya casi llega, ya está llegando, ya llegó con el oro de la memoria y del tiempo… ¡Por el túnel brillante y por las aristas, los espejos y el filo del tiempo! ¡Por los recovecos y troneras de la memoria como dice el poeta! Aparece Galarreta. Aquí está. Siglos, milenios y eras después del anterior encuentro con otros muchachos de la promo. El pata que compuso el famoso tango veinte años no es nada, era un chiquillo de cuarenta. Y nosotros, entre joda y joda, ya subimos al sexto piso de la existencia.

    Cronos Saturno emasculando a su padre, el viejo Urano… Ese cuadro de Goya, Saturno devorando a sus hijos, los futuros dioses olímpicos… ¿Existen los dioses? ¿O son delirios nuestros? Los dioses existen en la medida que son los vencedores del tiempo, me digo y repito pensando en cojudeces… ¡El tiempo! ¡En busca del tiempo perdido! ¡El joven Marcel en Venecia con bellas duquesas pretéritas, ahora convertidas en decrépitas viejitas empolvadas! ¿Y los duques y marqueses, antes jovenes, irresistibles e insolentes… ¡Ahora son las nuevas momias de Venecia! Pensando en Marcel Proust me acuerdo de mi pata Coco, en busca del tiempo perdido le decía, Marcel Proust le decía, William Faulkner le decía, ¡James Joyce! cuando le escribía y me escribía durante el paleolítico del lapicero y el papel, estando mi yo aquel en Caracas del oro negro, estando él en Perú campeón, creo que cuando viajó a los States dejamos de escribirnos con frecuencia… Mientras tanto, después de tantas y tantas vueltas del planeta, y escribiendo a través del ciberespacio, yo trato de darle a Galarreta algunos consejos de reptil del jurásico, que haga esto, que haga lo otro, que coja el tren de alta velocidad, así vamos a buscarte digo, pero no, Memo se ha transfigurado en un perfecto cosmopolita, cambia de avión en el aeropuerto Charles de Gaulle, directamente rumbo a Marsella la bella, y además apenas al llegar alquila un super carro automático que parece un avión, una suerte de batimóvil que maneja con facilidad y destreza, está en la rue Lissse des Cordeliers, no te muevas que ya llegamos le digo, ven Boconcita, vamos, Memo nos espera.

      « Miguel, mi vuelo llega a París el seis de mayo en la mañana, regreso a Washington el 16. Me encantaría visitar Aix-en-Provence y Marsella dos o tres días. Déjame saber lo que es factible. Tal vez podemos hablar para ultimar detalles. Por favor, avísame cuando puedas, ¡un fuerte abrazo! »… Y cuando por fin nos encontramos en Aix-en-Provence, nos damos un abrazote fraterno que viene de los tiempos… Después de aparcarnos en Cardeurs, salimos guiados por Boconcita, autóctona y originaria de la divina ciudad, para una visita, ella nos conduce directamente a la catedral… Como su abuelo participó en la confección de los magníficos vitrales, la catedral es un punto de predilección… « Aquí, sobre los restos de los templos paganos, se construyó la catedral de Saint-Sauveur » digo medio exquisito… Ego sum panis vitae, dice el Christos con letras de oro, y recorremos en silencio el recinto fresco. Al salir, flotando por la paz de este verano prematuro de la rue Gaston de Saporta, aterrizamos en la Place des Martyrs de la Résistance, en el bar de Omar, donde nos tomamos una chela. « Aix-en-Provence celebra cada año, en el festival de ópera, a Wolfgang Amadeus Mozart » digo. Poco después, adquisición de fresas… El idioma inglés que brota de Memo es agradable, lo pronuncia con delectación, es perfecto, parece un autóctono de la lengua con la ventaja de no serlo… Visitamos la cárcel, mejor dicho el cascarón del siglo 17 que alberga el actual Tribunal de Primera Instancia, donde estuvo encerrado el Marqués de Sade, en esa esquina del segundo piso digo, rue Monclar… Luego, la Place d’Albertas, luego un paseíto por el Cours Mirabeau, luego al parking, luego volamos rumbo a Lambesc en el batimóvil, yo maravillado por su destreza. Y aquí estamos. Ya llegamos. Se descorcha el vino y yo me dedico a la confección de un escabeche, siempre hablando de los tiempos. Aquí están los antiguos duendes del Club Dominico… ¡De Chimbote a Lambesc!