El 6 de diciembre del año pasado, con ocasión de conmemorarse el 115° aniversario de la creación del distrito de Chimbote, el alcalde provincial Roberto Briceño Franco colocó la primera piedra de la avenida Costanera, una obra que en efecto ofreció durante su campaña electoral y que bien puede considerarse emblemática para la ciudad.
Tomando como referencia las bases de la licitación y conforme se puede leer en el contrato suscrito con la empresa contratista, el burgomaestre aseguró que la obra debería estar totalmente concluida en un plazo de ocho meses, vale decir el próximo sábado 6 de agosto. Pero para tristeza de Chimbote, todo parece indicar que esto no sucederá. En este momento la obra se encuentra paralizada y ni el alcalde ni nadie de su entorno se toma la molestia de brindar a la población una explicación sobre el particular.
Pero eso no es todo. Desde el mismo día en que empezó su ejecución, la obra de la avenida Costanera ha sido objeto de sucesivas modificaciones, tanto en el aspecto estructural como presupuestal, desconociéndose con exactitud qué puede suceder en adelante. Hay muchas cosas que no aparecen en el expediente técnico pero que se han incluido de manera prioritaria e improvisada, como losas deportivas que no necesariamente concuerdan con el espíritu paisajístico de la avenida. ¿Puede ser esto garantía de una obra bien ejecutada?.
Por otro lado, hace ya más de un año, un numeroso grupo de comerciantes del mercado El Progreso que fueron desalojados por la Municipalidad Provincial del Santa para dar paso a la construcción del hospital El Progreso, siguen ocupando “provisionalmente” el parque Fesideta, un espacio de uso público que forma parte del ornato de la ciudad.
A pesar que el último fin de semana fueron notificados para que abandonen el parque en un plazo de 24 horas, todo hace pensar que los comerciantes tendrían decidido mantenerse en ese lugar, cueste lo que cueste. Es más. En rechazo a la actitud dubitativa de la comuna de no garantizarles nada concreto ni seguro, han dicho que no están dispuestos a trasladarse a otro lugar también considerado “provisional”.
Cuando ya empezaron a correr los últimos cinco meses de la actual gestión municipal, y tal como sucede cada vez que se aproximan relevos de esta naturaleza, no es ninguna novedad que el alcalde saliente tome las precauciones del caso para dejar en manos del alcalde entrante no una sino varias bombas de tiempo, es decir problemas de gran repercusión cuya solución quedará pendiente.
En el corto tiempo que todavía le queda al frente de la comuna provincial, sinceramente no creemos que el alcalde Briceño desactive estos problemas como es el deseo de toda la población. Quiérase o no, estos problemas van a tener que estallar tarde o temprano y, a parte de la población, las consecuencias las tendrá que asumir el alcalde que resulte elegido el próximo 2 de octubre. La guerra está avisada.
A decir verdad, por todo lo que viene ocurriendo estos días en los predios de la municipalidad provincial del Santa, da la impresión que el alcalde Briceño está más interesado en seguir colocando primeras piedras, sin importar para nada cuándo se colocará la segunda. Para bombas y demás situaciones explosivas, basta con las que hemos tenido en los últimos tres años y medio.