Chinecas y sus invasores:
Después de muchos años de haber permanecido anclado sobre el canal principal de Chinecas, recién la semana pasada el gobierno regional de Ancash retiró un enorme puente de fierro, tipo Bailey, que los invasores agrarios hicieron construir por su cuenta y utilizaban a diario para la circulación de sus vehículos. La misma suerte corrieron varios puentes peatonales, confeccionados en forma temeraria con palos y sogas, que también cruzaban el canal y que incluso representaban un serio peligro para la integridad de los propios usuarios. Asimismo, y tal como ha sucedido en anteriores ocasiones, también en esta oportunidad se han destruido sifones y decomisado motobombas que estas mismas personas utilizaban para sustraer agua del canal.
Sería imposible aceptar que los funcionarios de Chinecas y del gobierno regional se hayan enterado recién de la presencia de estas enormes y numerosas instalaciones. Eso en realidad sería risible. La presencia de puentes, sifones y motobombas en el canal principal de Chinecas es algo que se conoce desde el mismo momento en el que alguien los instala ahí. Pero si este hecho ilícito se permite y se mantiene en el tiempo, todo apunta a pensar que se debe gracias a una especie de contubernio y complicidad que existe desde afuera y desde dentro del proyecto de irrigación. Simple y llanamente, no hay otra explicación.
Se calcula en aproximadamente diez mil el número de hectáreas de propiedad de Chinecas que se encuentran en posesión de agricultores ilegales, alrededor del 30 por ciento de su área total. Ellos han accedido a estas tierras por la fuerza y se mantienen allí en virtud a una serie de argucias y artimañas las mismas que a su vez han prosperado gracias a la desidia y negligencia de los funcionarios de Chinecas y del gobierno regional. En vista que por esa razón no pueden hacer uso del agua por la vía legal, los invasores nunca han tenido ni tienen problemas en captar el recurso hídrico de la forma cómo lo vienen haciendo: ilegalmente y por la fuerza; ¡sin pagar un céntimo por la tierra que ocupan ni por el agua que utilizan! ¿Cómo se puede llamar a esto?.
No desde ahora sino a lo largo de los últimos treinta años, los medios de prensa de la localidad, entre ellos el Diario de Chimbote, han dado conocer en reiteradas oportunidades la presencia de estas instalaciones. En atención a esta denuncia pública, se han realizado incontables operativos que han conllevado a la destrucción y decomiso de dichas instalaciones. Pero, por desgracia, todas estas acciones no han sido más que flor de un día. Más es el tiempo que los funcionarios de Chinecas y del gobierno regional han empleado en destruir y decomisar puentes, sifones y motobombas, que el que han necesitado los invasores para volver a colocar todo en el mismo lugar.
Este especie de tira y retira parece haber derivado en un deporte de mal gusto, cuya finalidad no es otra que distraer la atención del público. Todo no es más que un tira y afloje donde, ya en otro escenario, el gato y el ratón terminan dándose la mano ante el aplauso y beneplácito de ellos mismos.
Esta total pérdida de respeto y seriedad de ambas partes, nos lleva a pensar que en Chinecas impera la ley de la indiferencia y el conformismo; esa ley que consagra el principio de dejar hacer y dejar pasar. En ese contexto, es posible que eso explique porque hasta hoy, ni Chinecas ni el gobierno regional de Ancash, se han manifestado con relación al dique de concreto que ha construido en forma inconsulta el proyecto liberteño Chavimochic con el propósito de captar una mayor dotación de las aguas del río Santa. Salvo algunos dirigentes agrarios, ninguna autoridad representativa ha sido capaz de salir en defensa de nuestros recursos naturales.
Como en el caso de los asentamientos humanos instalados en las 308 y 217 hectáreas, que también fueron propiedad de Chinecas, los invasores agrarios han formado asociaciones, según ellos de “Campesinos Sin Tierra”, que mucho tiene que ver con el statu quo en el que permanece empantanado el proyecto de irrigación. Un escenario como éste, donde impera la ilegalidad y donde la autoridad no se hace respetar ¿puede atraer la inversión privada y garantizar el desarrollo regional?.
Dentro de tres meses, la actual gestión de Chinecas y del gobierno regional de Ancash se irán a sus casas para siempre. Pero lo van a hacer dejándole a Chimbote la misma frustración que han dejado gestiones anteriores. Son cuatro años más que se han perdido inútilmente, de los que, a estas alturas, ya nada bueno se puede recuperar. Solo queda esperar las elecciones del próximo 2 de octubre para por lo menos abrigar la esperanza de dejar atrás tanta negligencia.