Editorial

Editorial: ::: MEDIDA CUESTIONABLE :::

De un tiempo a esta parte, decenas de parroquianos que salen a divertirse por las noches y que creen tener un “agffaire” con fulanitas que conocen en los bares o locales nocturnos, han terminado dopados y desvalijados de todas sus pertenencias, incluso, algunos de ellos descalzos porque los dejan sin las zapatillas de marca.

Se trata de los tristemente célebres “pepeados”, los “alegres” concurrentes de locales de dudosa reputación en donde se contactan con mujeres de la noche que suelen mostrarse solícitas, que aceptan salir en busca de un lugar más íntimo pero que en el momento menos esperado colocan “una pepa” en el vaso del casanova y los hacer dormir hasta el día siguiente mientras los despojan de sus pertenencias entre dinero y joyas, así como se apoderan de las tarjetas bancarias de donde hacen retiros de la manera menos imaginable. 

Estas “peperas” vienen actuando con absoluta impunidad, ni siquiera se detienen a medir el peligro que puede representar hacer dormir a los parroquianos en la medida que cualquier de ellos puede padecer algún mal que puede resultar fatídico con la medicina que le colocan en el trago.

Es el caso de los hipertensos, los diabéticos que han complicado el organismo del cliente con males cardíacos, las personas delicadas que se encuentran en algún tratamiento, los cuales al ingerir las medicinas que agregan estas mujerzuelas pueden ver en peligro su salud y hasta pueden perder la vida.

Este es el caso de un conocido ex funcionario del sector salud, hace ya algunos años atrás, quien fue “pepeado” por esta clase de mujerzuelas y tras sufrir un paro cardíaco fue arrojado a un descampado en donde lo hallaron después de varios días que su familia lo buscaba afanosamente.

De allí que la Policía ha extremado esfuerzos para poder hacer el seguimiento e identificar a estas mujerzuelas que exponen la vida de las personas con su accionar y hace solo unos días, en la última semana de diciembre, sus esfuerzos dieron resultados cuando capturaron a una de ellas que fue reconocida por los agraviados.

Se trata de Analí del Pilar Castillo Valdivieso, de 22 años de edad, quien la víspera de la nochebuena fue detenida en las inmediaciones de un casino de la tercera cuadra del jirón Manuel Ruíz, seguramente a la espera de alguna víctima, quien fue comprendida en una investigación en la medida que fue objeto de un seguimiento de varios meses e identificada plenamente por algunos agraviados.

La captura de la mujer se produjo en mérito de una orden judicial que ordenó su detención preliminar, de allí que llama poderosamente la atención que la misma autoridad judicial que autorizó su aprehensión termine revocándola y otorgándole comparecencia restringida.

Esto ocurrió en medio del reclamo de los efectivos policiales de la Unidad de Trata de Personas que son los que trabajaron este caso y que no concilian con los argumentos del juez Luis Pérez Granados, quien señaló que no se dan los presupuestos necesarios como para disponer una prisión preventiva en razón que el reconocimiento realizado por los agraviados no es contundente y no se hizo respetando los parámetros que señala la ley.

Es decir, nuevamente cuestiones de índole procesal y que deberían ser materia de una subsanación, dieron lugar a que un Juez dejara en la calle a una mujer que ha sido identificada como integrante de la gavilla de “peperas” que actúan con absoluta impunidad en nuestra ciudad.

Seguramente, pueden existir vicios en una investigación, pueden suscitarse “errores y horrores”, empero, ello debería motivar una revisión o rectificación, mas no se puede echar por tierra una prolija investigación.

Si estas mujeres exponen la salud de las personas con actividades nocivas para la salud, se requiere que la justicia se muestren implacable con esta gente, no solo se puede resolver teniendo en cuenta dispositivos que pueden interpretarse de otra manera, el Juez debe resolver también teniendo en cuenta su entorno colectivo y éste recomendaba que se adopten medidas drásticas contra esas mujerzuelas desafiantes que exponen la vida de los parroquianos colocando. ¿Habrá que esperar otra muerte de un agraviado para que se adopten medidas efectivas en Chimbote?. Las autoridades tienen la palabra.

                                                           INELUDIBLE SANCION

Las celebraciones de la Navidad resultaron trágicas para algunas personas, especialmente para aquellas que suelen empinar el codo y acuden a lugares en donde convergen toda clase de maleantes, en donde se confunden con individuos que viven al margen de la ley y cualquier cosa les puede suceder.

Es el caso del pescador Francisco Rusbel Arroyo Huamán, quien había llegado a nuestra ciudad para saludar a su familia y pasar la nochebuena junto a ellos, empero, el día jueves 25 decidió acudir con un amigo a la Peña “Aquarius”, un local que no solo funciona al margen de la ley sino que es punto de encuentro de gente de mal vivir y usualmente se generan escándalos que han derivado en muertos o heridos.

Justamente, en este lugar un sicario llegó para disparar sin miramientos contra el pescador, aparentemente, atendiendo al requerimiento de algún delincuente que buscó que eliminarlo por lo que se presume es un ajuste de cuentas pasional.

Lo que ha llamado poderosamente la atención es que el cuerpo del pescador haya sido encontrado fuera del local de diversión, se pensaba que el occiso había llegado a arrastrarse hasta el exterior de la Peña, empero, con la toma de testimonios y las huellas halladas en el lugar la Policía ha podido establecer que, en realidad, quienes sacaron el cuerpo a la vía pública fueron los propietarios del establecimiento, quienes de esta manera querían evitar el escándalo y la sanción de las autoridades por haberse registrado un crimen en el interior de sus instalaciones.

Hay aquí una ineludible sanción, no solo la administrativa o municipal que corresponde por el funcionamiento ilegal y escandaloso del local sino por haberse retirado indebidamente el cuerpo del lugar donde ocurrió el crimen. Esperemos mano firme.