Editorial

Editorial: ::: TERRIBLE CONTAMINACIÓN :::

De un tiempo a esta parte los incendios forestales vienen generando serios estragos en Chimbote debido a la quema de pastizales por parte de sujetos inescrupulosos o de otros que necesitan trabajar con el material después de ser incinerado.

Por lo menos esto es lo que han informado las autoridades luego de los continuos incendios registrados en los humedales de Villa maría, en la zona posterior del 27 de octubre y en las áreas verdes aledañas a la laguna de oxidación Las Gaviotas.

Estos incendios forestales han generado serios estragos, no solo a los automovilistas que se desplazan por la panamericana norte o por la avenida Pardo sino a las áreas poblacionales de Nuevo Chimbote y de El Gran Trapecio, incluyendo aquellos de la zona este hacia donde se trasladan los humos por efecto del viento.

La impresionante humareda no solo ha generado cuadros de asfixia y malestares a los pobladores sino que representan un alto grado de contaminación del medio ambiente, con el agravante que para poder luchar contra las llamas los bomberos deben hacer denodados esfuerzos en la medida que deben acceder a zonas pantanosas y de difícil acceso para sus unidades, lo que hace complicado este trabajo.

Pero estos sectores no se han convertido en los únicos en nuestra ciudad, la semana pasada se registró otro incendio de las mismas e impresionantes características pero esta vez en los pastizales y áreas verdes ubicadas en la Pampa de Atahualpa, en la zona de filtración de las aguas subterráneas de los posesionarios de Chinecas y las enormes columnas de humos ganaron de inmediato toda la zona poblacional de Nuevo Chimbote, los pueblos de las 217  y 308 hectáreas fueron los que resultaron más afectados.

Tal y como ocurre en Villa María, se afirma que estos incendios son provocados por gente que trabaja con el junco que crece naturalmente en la zona y que requieren quemarlo para convertirlos en materia prima de los trabajos que realizan a través de tejidos de muebles o esteras, sin embargo, si bien es cierto buscan la manera de afianzarse en una actividad económica que viene a ser el sustento de sus familias, no miden el problema que generan por la contaminación.

Y es que la secuela de un incendio no se mide únicamente por los daños y destrozos que genera el fuego cuando reduce a cenizas todo lo que alcanza, como ocurre por ejemplo cuando se registra un siniestro en una zona poblacional, sino que se traduce también en serios contratiempos para la salud de las personas cuando lanzan densas capas de humos que afectan seriamente el sistema respiratorio.

Basta recordar el gigantesco incendio que se produjo en la capital de la república cuando una galería comercial que funcionaba sin licencia se incendió y la gran cantidad de material inflamable que arrojó por los cielos afectó seriamente a varios distritos a la redonda, pues las cenizas y los gases que salen del fuego consiguen introducirse en el sistema respiratorio de las personas y eso afecta seriamente a la salud.

Por ello es que, por ejemplo, las autoridades han buscado la manera de mediatizar los juegos pirotécnicos que se lanzan en las fiestas de fin de año, tanto en la navidad como en año nuevo, no lo hacen solo por el grave riesgo que implica manipular productos elaborados en base a pólvora y que pueden estallar en las manos de los niños, sino porque además de ello existe una secuela nociva a la salud que está relacionada con las nubes de humo tóxico que arrojan.

Esto lo hemos percibido todos, no se trata únicamente de humaredas generadas por el fuego sino por la quema de pólvora y las partículas que expulsa al ambiente son bastante nocivas en la medida que se inhalen en gran cantidad.

Sin embargo, la tradición del júbilo y la algarabía que genera la fiesta del nacimiento de Jesús y la llegada de un nuevo año, difícilmente podrá impedir que se limite el uso de los pirotécnicos a sabiendas del grave daño que generan en la salud de las personas.

De allí que el asunto de los incendios forestales se convirtió en un tema de preocupación de las autoridades ediles, de la defensoría del Pueblo y la subprefectura que vienen demandando que la Policía y el Ministerio Publico tomen cartas en el asunto con la finalidad de identificar a quienes están provocando la quema de los pastizales y promueven las enormes lenguas de humo que afectan a la ciudadanía.

Justamente, cuando se debatía esta problemática, de pronto un nuevo incendio forestal obligó a la intervención de los efectivos bomberiles, pues las alarmas se encendieron cuando las cámaras de seguridad detectaron enormes lenguas de fuego en la parte posterior del vivero forestal, en ese momento se temió lo peor porque un siniestro en este centro recreacional sería sumamente peligroso por la presencia de vegetación seca que inmediatamente extendería el fuego.

En esta oportunidad el siniestro se originó en áreas verdes al interior de la planta siderúrgica, las cuales se encuentran en una zona de vegetación que, por razones desconocidas, ardió y generó preocupación no solo por su proximidad al centro recreacional sino por la cercanía de una almacén de gas licuado.

Hay que tener mucho cuidado con esta clase de siniestros que se generan en la vegetación, están causando una serie de estragos y ponen en serios aprietos al cuerpo de bomberos que hace denodados esfuerzos para controlarlos, pero lo más espantoso es la secuela de una terrible contaminación que dejan en la ciudad, una invasión de humos que puede no mostrar efectos inmediatos pero que a la larga se manifiestan en alergias de toda clase.

De allí que urge que las autoridades tomen sus precauciones, que dispongan lo necesario no solo para impedir que se generen emergencia similares y se lancen por los aires nocivas nubes de humos, sino para poner a buen recaudo a los autores de estos incendios para erradicarlos de manera definitiva. Esta si es una labor imperativa.