Editorial

EDITORIAL ::PROTECCIÓN FILIAL::

La policía nacional y la Fiscalía de turno, dispusieron la detención de una joven mujer luego que se denunciara que había golpeado de manera salvaje a su propio hijo por el solo hecho de haber cogido su teléfono celular.

La detenida responde al nombre de Dina López Cisneros, quien fue aprehendida atendiendo a las nuevas normas que permiten a las autoridades de la Policía y el Ministerio Público actuar de manera inmediata cuando existe flagrancia de un delito de violencia contra la mujer o cualquier otro integrante del grupo familiar, en este caso del menor de 10 años de edad que es hijo de la denunciada.

Los hechos ocurridos la semana pasada se registraron en la urbanización Garatea, en el domicilio del menor que, según su propio testimonio, fue agredido con cachetadas y jalones de orejas por parte de su madre.

La revelación la hizo luego que su profesora del Colegio “Juan Valer Sandoval”, advirtiera el niño había llegado a clases presentando huellas visibles de hematomas en el rostro y la oreja, razón por la cual lo interrogó y tras obtener su testimonio, decidió dirigirse a la sede policial de Buenos Aires para denunciar este acto de salvajismo.

Una vez que la Policía tomó conocimiento de los hechos y lo puso en conocimiento de la Fiscalía de turno, procedieron a dirigirse al domicilio de Dina López Cisneros, a quien detuvieron por espacio de 48 horas como lo autoriza la ley mientras el Ministerio Público recogía las evidencias para proceder a denunciarla ante un Juzgado de Familia.

Las imágenes que se han propalado a través de los medios de comunicación son más que reveladoras, el menor presenta huellas visibles de un maltrato indignante, de una agresión que no tiene nombre y que, cierto es, amerita ser sancionada con todo el peso de la ley.

Y es que el castigo a un menor no solo puede ser punible cuando procede de una persona extraña o ajena a su entorno, por el contrario, generalmente se germina en el entorno familiar y se vuelve repudiable cuando nos encontramos con cuadros realmente dramáticos como el que, con marcada indefensión, expuso el niño a su maestra.

Justamente, los organismos encargados de velar por la salud e integridad de los menores de edad, han saludado la reacción valiente e inmediata de la docente del Colegio “Juan Valer Sandoval, al trasladar al niño a la sede policial en la medida que esto es lo que corresponde conforme al protocolo que existe en la legislación relacionada con agresiones a menores de edad.

Ello porque es evidente que la mayoría de veces los profesores no quieren hacerse problemas y tratan de evitar los enfrentamientos con los padres de familia y hasta las quejas que estos pudieron promover a nivel de dirección del mantel o de la propia Ugel Santa, y prefieren callar o dejar pasar las agresiones aun cuando resultan siendo evidentes ante los propios compañeros de clases.

Hay que desterrar esta clase de actitudes mediocres y pusilánimes, por ello es preciso saludar el gusto de la docente de este menor de 10 años que fue agredido de manera brutal por su madre por una real tontería.

Si una madre quiere disciplinar a su hijo debe hacerlo con muchas maneras de amonestar o advertir que podría quedar sin algún privilegio que amerita su condición de niño en crecimiento, inclusive, si quiere amonestarlo llamándole la atención lo debe hacer con propiedad, sin exagerar la violencia verbal y desterrando cualquier posibilidad de una agresión física.

No es posible que una madre pueda haber agredido a su hijo en la forma como se ha visto en las imágenes propaladas por los medios de comunicación, el niño presentaba el rostro con tumefacciones lo que nos dice que no fue pasible solo de una cachetada cualquiera, sino de una agresión feroz que no se explica en una mujer que es madre y que ha llevado en sus entrañas nueves meses a esa misma criatura.

Justamente, porque existe esta clase de excesos injustificados y porque nada justifica una agresión aun cuando se trate de un familiar de la víctima, es que ahora las leyes se han endurecido y determina penas de cárcel para quienes, bajo el sambenito de tener autoridad sobre una criatura, la agreden de manera despiadada.

De allí que no puede dejar de llamar la atención la secuela que ha seguido este hecho y que, por lo menos ha llegado a conocimiento de los medios de comunicación, como es la liberación de la mujer por no haberse procedido con diligencia en el objetivo de recabar las documentales necesarias que sustenten un pedido de prisión preventiva como lo esperábamos todos.

Esto se ha informado en los últimos días al precisarse que Dina López fue puesta en libertad al no haber podido realizarse la diligencia en cámara Geseel en la cual se determinaría el grado de certeza de los cargos que se han formulado y en la que, con el auxilio de profesionales, los magistrados obtienen los estados emocionales de agresora y agredido y se puede obtener con fidelidad el respaldo probatorio de la acusación.

Problemas de índole administrativo en el Ministerio Público para programarse dentro de las 48 horas el desarrollo de esta diligencia, llevaron al Fiscal a citar a la progenitora y disponer su salida de los calabozos hasta que pudiera ser convocada a la audiencia correspondiente en la que deberá determinarse su condición jurídica.

Lo importante es que se recoja el mensaje de este lamentable episodio, que no se pierda de vista que el amparo legal hacia los menores, como a las mujeres y cualquier otro integrante del entorno familiar, es firme y contundente, nada justifica la violencia extrema contra un menor de edad, ni siquiera que quien se encuentre al frente del mismo resulte siendo su propia madre.

Y es que en este aspecto hay que ser claros y precisos, porque por encima de cualquier disquisición o contingencia está la protección filial ese sentimiento especial que existe en las personas y, especialmente en las madres, para impedir que algo le ocurra a su hijos, consecuentemente, es inadmisible que aquella resulte siendo la brutal agresora de su hijo. Asumimos que la persecución del Ministerio Público debe encaminarse al margen de las deficiencias en la actuación de la cámara Gesell.