Editorial

Editorial: ::: EN LA RECTA FINAL :::

Muchos creen en las calles que, como suele ocurrir en varios casos, el alevoso crimen perpetrado contra el ex consejero regional Ezequiel Nolasco Campos, hace ya cinco largos años, quedaría en la impunidad pues ha transcurrido tanto tiempo y hasta la fecha la justicia no expide sentencia alguna en el proceso penal que se instauró contra los autores.

Sin embargo, las razones de esta dilación se encuentraN en la complejidad del proceso y la pluralidad de investigados, no se trata de uno o cuatro acusados, existen por lo menos una veintena de acusados que responden no solo por el delito de homicidio calificado sino por el concierto de voluntades para encubrir tan execrable hecho a través de la figura de la asociación ilícita para delinquir.

Ello, así como la decisión de transferir la competencia de este proceso a la jurisdicción de la sala penal nacional, ha contribuido a que los días y meses pasen, no se concluya este proceso y se dilaten los términos con acciones propias de los abogados que siempre apuntaron a conseguir una libertad procesal que se ha llegado a conferir a algunos de los involucrados.

Sin embargo, el fin de semana ya las cosas se fueron aclarando luego que el fiscal a cargo de esta carpeta terminó de formular su extensa requisitoria escrita, en la misma que ha sustentado las razones de sus imputaciones y ha solicitado al magistrado la pena que se hace merecedor a las mismas.

Para el fiscal Vilmer Morillas Neyra, no existe duda alguna que el ex presidente regional César Álvarez Aguilar promovió una organización ilícita para delinquir con la finalidad de sostener su cada vez más cuestionado gobierno y, esencialmente, para buscar que encubrir los actos de corrupción que se consumaron.

De esta manera, ha descrito como se sucedieron los hechos y el papel que ha cumplido cada uno de los acusados en el objetivo final de sacarse del camino a uno de los más tenaces opositores que César Álvarez sabía que habría de enfrentar no solo por el liderazgo que había concentrado en el entorno social sino porque sabía mucho de él y de su gobierno en la medida que Nolasco Campos había formado parte de esa mayoría regional.

Quizás esto ultimo ha pesado mucho para que finalmente el ex presidente regional le diera el visto bueno a la consumación del crimen, el hecho que Álvarez era consciente que si pensaba en un segunda re-relección ella sería sumamente complicada con un elemento como Ezequiel Nolasco levantando su voz de protesta.

De allí que la llamada del “Chino Malca” esa fría noche del 14 de marzo del 2014, desde el interior de un restaurante en donde había identificado la presencia de Ezequiel, Nolasco, le daría un nuevo rumbo a la historia política de la región y al futuro de la misma.

Y es que la circunstancial llegada de Nolasco Campos a un establecimiento en donde el delincuente Jorge Loloy Valencia, cenaba junto al sicario Christian Cruzate Pereda, sellaría la suerte del ex consejero regional en la medida que ello dio lugar a que Loloy Valencia se comunicara con Rubén Moreno Olivo (a) “Goro y le preguntara si la oferta de 100 mil soles por la cabeza de Álvarez seguía en pie.

Hecha la consulta, los delincuentes se comunicaron una vez más, solo que el ex presidente regional había bajado la bolsa de recompensa por la eliminación de su archienemigo, lo que no impidió que se concrete el crimen en la medida que el sicario se encontraba en Huacho para perpetrar otro triple crimen, por lo que el asesinato de Nolasco representaba para ellos un adicional a su lucrativa y criminal actividad.

Todo ello quedó corroborado apenas uno o dos meses después del alevoso asesinato, luego que la Policía de Investigación criminal de Lima y el Ministerio Público realizaran un excelente trabajo de investigación y consiguieran dar con los responsables recopilando los elementos probatorios fehacientes y decisivos.

El principal de ellos fue la ubicación del sicario Christian Cruzate Pereda, un jovenzuelo de apenas 22 años por entonces, extraído de los bajos fondos del distrito de Florencia de Moro, en Trujillo, lugar en donde entrenaban a sicarios juveniles con la finalidad de hacerlos incursionar en esta actividad y ofrecerlos por importantes sumas de dinero a gente inescrupulosa que teniendo poder y dinero deseaba sacarse del camino a sus enemigos.

En ese entonces la Policía desplegó todas sus unidades con la finalidad de desentrañar este crimen, había la decisión política del gobierno y las autoridades judiciales de poner coto a la mafia criminal que se había apoderado de Ancash, por ello la captura de Cruzate permitió que se conociera como se perpetró el crimen,

El delincuente juvenil no solo reveló la manera como se concretó el asesinato, las razones por las cuales estuvo en Huacho y cómo es que en dos o tres días después participó en otro triple crimen, señaló como escuchó a “Chino Malca” negociar con un tal Álvarez y como es que consiguió acabar con la vida del ex consejero.

El país entero vio las imágenes de la reconstrucción que hizo el sicario, sus desplazamientos fueron precisos y sus relatos descubrieron a quienes estuvieron detrás de este alevoso asesinato, comenzando por César Álvarez y toda su comparsa.

Las imágenes desgarradoras del llanto de Fiorella Nolasco aferrada al ataúd con los restos de su padre fueron suficientes para que el país entero reclame justicia, para demandar de las autoridades judiciales el celo necesario para que este juicio termine con las conclusiones jurídicas necesarias como para saciar la sed de justicia a nivel nacional.

La muerte de Ezequiel Nolasco fue la secuela de un crimen político, nadie podría desearle este violento final sino sus adversarios políticos, sus enemigos con los cuales, paradójicamente, en algún momento caminó de la mano en esa suerte de licuado electoral que se dio el año 2007 cuando llegó al consejo regional de Ancash junto con quien más tarde fuera su implacable persecutor, César Álvarez Aguilar.

La sangre derramada en Huacho, tras los estridentes disparos que acabaron con la vida de Ezequiel Nolasco, no solo debe haber servido para encausar el futuro político de Áncash y terminar con la red de corrupción que se había apoderado del poder político, tal como paradójicamente lo había advertido premonitoriamente en mismo ex consejero regional, sino que sirva para que la justicia no vuelva a cometer el mismo error de coludirse con la corrupción como ocurrió en el primer atentado contra su vida en la cual asesinaron a su hijo político Roberto Torres Blas. Confiamos que esta vez sus deudos si habrán de saciar su sed de justicia.