Opinión

PENSANDO EN LA ESCUELA

Llevamos ya cuatro meses de cuarentena y nos hallamos inmersos en pleno período virtual de aprendizaje. Los muchachos y sus papás se van habituando a las clases a distancia, y aunque la vuelta al cole no se vislumbre todavía dado que dependerá en gran medida de la puesta en funcionamiento de la vacuna para el COVID-19, deberíamos ir reflexionando sobre el modelo de escuela que nos espera cuando los colegios reanuden sus actividades. Lo de la vacuna, va para largo, quizá nuestros hijos la reciban, siendo optimistas, en el plazo de un año. Por ello, resultaría muy interesante que unos y otros fueran pensando en qué se va a ofrecer a los muchachos cuando se reanuden las clases presenciales. Aclararé que cuando digo unos, me estoy refiriendo a los centros docentes y sus maestros, y cuando digo otros, aludo a los papás de los alumnos. Y a los alumnos, no los menciono, pues desgraciadamente, como no los dejamos pintar nada, se verán obligados como siempre a ver, oir, callar y obedecer, cuando si al menos pudieran dar su opinión y se tuviera mínimamente en cuenta, quizá el proceso educativo evolucionaría bastante, y con seguridad positivamente.

Si lo que unos y otros están pensando es continuar con lo mismo, están cometiendo un gravísimo error. La pandemia que nos asola afecta a todos los órdenes de la vida, y hay que recordar que la educación es parte de la misma. “Si el virus lo cambió todo, la forma de escuela no puede seguir igual” son palabras del psicopedagogo, pensador y escritor italiano Francesco Tonucci (Fano-Italia, 1940), autor de numerosos libros sobre el papel que desempeñan, no digo juegan, los niños en el desarrollo de la ciudad, y por lo tanto, la sociedad.

Los colegios ya no sólo deberían pensar, sino también, aquellos que lo necesitan, que son la mayoría, hacer reestructuración de sus aulas. Actualmente son pequeñas, pegadas unas a otras y sin insonorizar. Cuando el profesor de un aula habla en voz alta, molesta, distrae y confunde a los de la contigua. Por otra parte, si actualmente en un aula se escolarizan 30 niños, unos pegaditos a otros, ¿no sería el momento de agrandar esas clases para qué en la reincorporación de los chicos, no haya que hacer dos turnos, uno de mañana y otro de tarde, con el consiguiente incremento de costo en profesores? Y los profesores, ¿están sacando conclusiones sobre las bondades que ofrece el sistema virtual para trasladarlas al presencial? Estoy pensando por ejemplo en la autonomía, en la flexibilidad o en la resiliencia.

Los niños, quieren volver a su escuela tradicional, pero seamos claros, no porque su centro se llame tal o cual, no porque sea más o menos bonito, no por sus horarios, no por sus tareas, no por su brutal aburrimiento, no quieren volver por nada de eso, quieren volver porque son seres sociales, a los que les gusta su prójimo, sus amigos. Quieren volver a las clases presenciales porque son el medio para jugar con sus compañeros y amigos. Quieren jugar, correr, y disfrutar de su libertad que la cuarentena les ha cercenado y no el lugar de encierro y aislamiento de su casa, donde podrán tener todas las comodidades del mundo, pero les falta lo más esencial para ellos: sus amigos.

Si siempre lo fue, cada día va a ser más importante el aspecto emocional y cuando el niño nos dice que lo que más ansía es jugar con sus amigos está haciendo referencia al aspecto emocional. Y en entre esas emociones se encuentra el placer por aprender, no digo capacidad por, sino placer por. Eso es lo que se denomina ”learnability” equivalente a Aprendibilidad o lo que es lo mismo, el interés y el deseo de seguir aprendiendo y estar en continua formación. Así pues, el maestro ya no es un mero transmisor de conocimientos, sino que se convierte en un referente del que se aprende capacidad de superación, valores como el esfuerzo y la constancia y el amor por la verdad. Vemos como en muy poco tiempo, los profesionales, hemos tenido que pasar de enviar Curriculums escritos a máquina a aprender a utilizar el correo electrónico, el Facebook, o Lindekín. Aprender ya no es potestativo de la escuela pues puede conseguirse en cualquier lugar, por ejemplo Internet. La escuela actual debe y tiene que ser otra cosa: estímulo, ilusión, ganas, y deseo de aprender. En fin, se trata de preparar a los muchachos para que su capacidad de adaptación a los cambios a lo largo de su vida sea constante, pues no solo será deseable sino necesario que así sea. Según estudios recientes se calcula que un joven actual tendrá que reciclarse y actualizar conocimientos unas 12 veces a lo largo de su vida. Por ello cada vez va a ser más valorado tener una gran capacidad de aprendizaje para poder acomodarse y adaptarse a los frecuentes cambios que irán apareciendo sucesivamente. Tomen nota.

Moraleja: Sé un estudiante mientras aún tengas algo que aprender.

Así sea. EL VIGÍAalt