Editorial

::: MUCHA IRRESPONSABILIDAD :::

Todo indica que el grueso de la población no ha escuchado o entendido el mensaje que dejaron los especialistas tan pronto como comenzaron a caer las cifras de contagios y se detuvo el avance de los diarios decesos que se registraban hasta hace un mes atrás como consecuencia de la pandemia del Covid 19.

Ello porque este descenso estrepitoso de las cifras forma parte de un comportamiento epidémico que era previsible pero que no representa el final de la pandemia, por el contrario, el virus sigue medrando por la calle, está al acecho y solo corresponde a cada uno de nosotros que no se extienda o propague en los niveles incontrolables que se observaron en los primeros meses de la emergencia sanitaria.

Desde los primeros días de octubre los registros oficiales del Minsa, a nivel nacional, y de la DIRESA a nivel regional, mostraron que el contagio había descendido de manera notable y con ello los casos de gravedad y hasta los fallecimientos.

Ello fue motivo de regocijo de todos porque en nuestro país se habían vivido momentos de angustia cuando los centros hospitalarios colapsaban y no existían medios para poder atender a decenas de personas que fallecían porque no existía manera de atenderlos a todos.

Sin embargo, este nuevo escenario era solo parte del patrón que suelen tener estas pandemias y había que actuar con inteligencia para impedir que haya un rebrote o la segunda ola, como se le denomina en el campo científico y como se ha experimentado en otros lares, como en Europa, en donde varios países acusan las consecuencias de una mala respuesta ante la pandemia.

Y es que, en efecto, las medidas que se adoptaron desde los gobiernos de Italia, Francia, España Alemania no fueron las más recomendables, los propios médicos señalan que si bien es cierto que la reanudación de actividades ante un mejor manejo del virus implicaba que se deje paulatinamente las restricciones del aislamiento social o cuarentenas focalizadas, también es cierto que ello debería ir acompañado de otros escenarios necesarios para impedir un rebrote o una nueva propagación del virus.

Ello implica, por ejemplo, que se mantengan cerrados los establecimientos en donde es imposible mantener las medidas preventivas, como los cines, los estadios deportivos, las discotecas, etc., mientras que las playas o las iglesias deberían reabrirse con marcadas restricciones.

Nada de ello se hizo en Europa, por el contrario, desafiaron a la enfermedad no solo desde los hogares sino desde las autoridades, entonces, difícilmente se pueden lamentar de lo que experimentan ahora, con medidas desesperadas para restringir nuevamente muchas actividades, que dejan sembrada una estela de enfermedad y muerte.

Esa suerte de ligereza también se contagia en nuestra ciudad en donde los bajos registros que llevaron, por ejemplo, a los hospitales a limitar los servicios asistenciales por falta de pacientes, cedieron de manera peligrosa en los últimos días y se pone de manifiesto en los números que nos entrega la entidad oficial.

En ese sentido, desde que descendieron las cifras el millar de contagios se alcanzaba en una semana o poco más, en siete a nueve días porque el promedio era de 150 casos por día, lo que establecía una enorme diferencia con los registros de las semanas más graves de la pandemia, cuando el millar de contagios se obtenía en dos o tres días.

Sin embargo, repentinamente, la semana pasada se ha observado un desmesurado incremento de pacientes positivos, comenzó el pasado miércoles cuando del promedio de 150 se elevó a 300 contagios, un día después subió en 500 y el viernes se disparó en 700, mientras que en los dos días de fin de semana subió en 652, con el consecuente aumento de fallecidos.

Esto pone de manifiesto que existe un descuido o relajo de los pobladores respeto a las medidas de prevención, especialmente a las viejas costumbres de las personas de evitar las reuniones de tipo familiar o amical, las visitas o fiestas privadas.

Lamentablemente, a estas cifras preocupantes se sumará en breve lo contagios que han dejado las marchas y movilizaciones generadas por la vacancia presidencial, aquellas que se convirtieron en foco de infección por la enorme carga viral que representa la concentración de gente que no guarda distancia, que no ha cuidado el uso integral de mascarillas y menos aún ha primado la desinfección.

Hemos dicho y repetido que la tranquilidad sanitaria en medio de la pandemia solo depende de cada uno de nosotros, infortunadamente esto no está ocurriendo y los cuadros estadísticos son los que lo demuestran. Habrá que demandar un cambio de actitud de los chimbotanos, que se entienda de una buena vez que nuestra vida y salud solo depende de nosotros, sino nos cuidamos caeremos en ese remolino del rebrote o segunda ola. Guerra avisada…….