Editorial

::: NO SE OYE PADRE :::

 Tal parece que en el Ministerio de la Producción tienen problemas de audición y de visión, pues hace una semana el sindicato de pescadores “José Olaya Balandra” ha demandado el cierre de la temporada y el cese definitivo de las actividades extractivas, empero, hasta el momento no existe respuesta alguna.

Y tal parece que no existirá en la medida que el nuevo ministro de la producción, José Luis Chicoma Lucar, no suena ni truena, no se le escucha ni se ve por ningún lado, no existe actividad pública alguna en la que siquiera haya llamado la atención, entonces, menos se le puede pedir protagonismo en su sector.

Sin embargo, los pescadores no hacen un pedido de estas características porque se les antoje, por el contrario, son los testigos de excepción de la evolución de la temporada de pesca y entienden que el gran porcentaje de pesca incidental, es decir, la presencia de peladilla es un anuncio de la necesidad de dar por terminada las faenas extractivas.

Los pescadores son los que lanzan y recogen los boliches, son los que tienen la información de primera mano, no se requiere de la existencia de un boletín oficial y menos de algún pronóstico de los organismos técnicos, la peladilla está en las bolsas de los boliches, se amalla y se deshace entre la pesca.

Por ello es que los hombres de mar, con la experiencia que les otorga los años en el mar, saben y entienden que ya es momento de poner coto a las actividades extractivas porque existe la imperiosa necesidad de preservar la especie, de dejar que la anchoveta crezca y se ponga de buen tamaño para el inicio de la primera temporada de este año.

Y esto ya lo saben en el Ministerio de la Producción, igual fue el año pasado y el anterior, la temporada de pesca ingresa a un ciclo biológico que indica que en los meses de verano entra en desove, es decir, la especie inicia su ciclo de reproducción, consecuentemente, la pesca se convierte en indiscriminada en la medida que junto a las pocas especies de buen tamaño no solo se extrae la cría sino aquellas preñadas a las que se está matando y cortando la posibilidad de reproducirse.

Seguramente que esto es consecuencia de las pocas semanas de pesca que tienen las embarcaciones en la medida que cada año que pasa la segunda temporada se extiende a los últimos meses del año, quienes frisamos la base cinco hemos sido testigos de los periodos de pesca que se iniciaban en agosto, luego fue setiembre y octubre, empero, ahora se reinicia la pesca industrial en noviembre.

De allí que las fiestas de fin de año se pasan en el mar, pues las cuotas de pesca no se llegan a completar, como ha ocurrido este año que aún existen márgenes de captura pero los boliches ya se están llenando de peladilla en volúmenes que preocupa a los pescadores a pesar que los más interesados en este tema deben ser el ministro de la producción y sus funcionarios.

Los pescadores saben que en el portafolio de la producción vienen recibiendo presiones de los sectores oligopólicos de la pesca en el país para que no se detenga la actividad extractiva, pues ellos prefirieron en la primera parte de esta temporada de pesca recibir descarga de terceros, dejaron que su flota se mantenga a la expectativa y ahora que estamos en el tramo final y existe peladilla no quieren que se decrete la veda porque se quedarían con sus cuotas sin capturar, es decir, que sus malas decisiones deben tolerar la pesca indiscriminada, eso es inaceptable.

De la misma manera, los pescadores han puesto sobre el tapete un tema que el Ministerio de la Producción debe comenzar a analizar y es el relacionado con las balanzas de pesaje de la pesca, aquella que se realiza en las chatas de desembarque y que los hombres de mar han insistido hasta el hartazgo que son manipuladas para que registre menor cantidad de pesca de la que trae una embarcación.

Los pescadores se sienten estafados, saben que su esfuerzo en altamar se ve perjudicado por esta clase de maniobras que no le permite percibir lo que les corresponde por el esfuerzo y el trabajo realizado en el calado, de allí que si existe evidencia de esta clase de merma en el pesaje es imperativo que se disponga una auditoria al respecto.

Cierto es que se sostenga que existe una empresa supervisora, sin embargo, estamos en el Perú, en donde la tentación del dinero puede hacer pecar al ente fiscalizador y sacarle la vuelta no solo a pescador, sino al fisco que recibe menos impuestos cuando se disfrazan las cifras reales de captura.

El Ministerio de la Producción debe cambiar de actitud, tiene que atender la problemática de su sector, tiene que escuchar a quienes son los reales protagonistas de la actividad pesquera, debe, esencialmente, dejar de lado aquello de “no se oye padre” porque suena realmente vergonzoso.