Opinión

CONSOLIDAR SISTEMA REPUBLICANO Y LA ECONOMÍA DE MERCADO

Por: Víctor Andrés Ponce (*) 

El próximo 11 de abril el Perú avanzará hacia la quinta elección nacional sin interrupciones, no obstante la destrucción institucional, política, económica y social en que nos dejó la administración Vizcarra y que, de una u otra manera, continúa el gobierno transitorio de Francisco Sagasti. Llegamos a esta elección con el sistema institucional desorganizado: sin un Senado, sin la posibilidad de reelegir a los congresistas y formar una clase política y sin posibilidades de contratar publicidad en radio y televisión.

Pero no solo el sistema político institucional ha sido devastado por las reformas de la pasada administración Vizcarra, también la administración Sagasti y el Congreso han derogado la mejor ley económica de las últimas dos décadas, la Ley de Promoción Agraria. Una ley que explica nuestra conversión de un harapiento agrario en una potencia agroexportadora con más de US$, 7,000 millones de envíos al exterior y más de un millón de trabajadores con contratos formales.

Las ondas destructivas del colectivismo del Ejecutivo también se expresan en la persistencia del negligente monopolio estatal de las vacunas, que aumenta la letalidad de la pandemia, y las leyes populistas que el Congreso aprueba sin mayor reflexión. Como la ley de topes a las tasas de interés y diversas normas que descuartizan el sistema privado de pensiones. Y para rematar y sumar tragedias, el colectivismo de las administraciones Vizcarra y Sagasti también nos deja una macroeconomía destruida: cerca de 10% del PBI en déficit fiscal y una deuda pública que sobrepasa el 35% del PBI.

Es en este contexto de crisis institucional, política y económica, en el que los peruanos avanzamos hacia la quinta elección nacional sin interrupciones. Un hecho sin precedentes, si consideramos que en la actual experiencia republicana los más de 30 millones de peruanos participan de los derechos del voto y la propiedad. Experiencias constitucionales previas, como la llamada República Aristocrática, si bien acumularon varias elecciones sin interrupciones, se caracterizaban por restringir el voto a los notables de Lima, Trujillo y Arequipa.

Muy por el contrario, la actual experiencia republicana es una que incluye absolutamente a todos los peruanos. A nuestro entender, la clave de la continuidad constitucional –a pesar de las barbaries constitucionales de la pasada administración Vizcarra–ha sido el régimen económico, consagrado en la Carta de 1993, que canceló el estado empresario, desreguló mercados y precios, eliminó el proteccionismo, estableció el libre comercio y, sobre todo, reconoció la primacía de los contratos y la propiedad sobre cualquier otro factor. Si bien las sobrerregulaciones de la burocracia colectivista explican la existencia de una economía y sociedad con una abrumadora mayoría informal (y una formalidad reducida), es incuestionable que ha surgido el sector privado más poderoso de nuestra historia.

El hecho de que, a pesar de la destrucción económica de las administraciones Vizcarra y Sagasti, el 70% de los peruanos tenga la posibilidad de pagar una vacuna contra el covid, revela que el país es una sociedad de ingreso medio con mayoría de clases medias. Y allí está la clave de la continuidad institucional y económica del Perú. El voto mayoritario siempre ha apostado por conservar el modelo económico y ha desterrado las propuestas antisistema, que plantean una asamblea constituyente para establecer un modelo anticapitalista.

Luego de dos décadas de democracia, hoy a la crisis política, institucional y social se suman la crisis económica, y las corrientes colectivistas y comunistas consideran que ha llegado la hora de decretar los funerales de la economía de mercado. Es la única manera de acabar con esas clases medias que les son adversas. Las estrategias de un establishment desesperado por el hundimiento de las propuestas de la centro izquierda, simplemente, hace el juego y fomenta a las fórmulas antisistema.

Allí reside la enorme trascendencia de las próximas elecciones nacionales. El Perú está en la obligación de reafirmar el camino republicano que se inició dos décadas atrás, y consolidar la economía de mercado que se expande desde inicios de los noventa.

(*) Director de El Montonero

(www.elmontonero.pe)