Editorial

::: MPS, UNA COMUNA CON OLOR A EMERGENCIA :::

Ya no llama la atención. Una de las promesas con ínfulas de solemnidad que suelen hacer los alcaldes a la hora de juramentar el cargo, es la convocatoria de los mejores técnicos y profesionales de la localidad para que integren su equipo de trabajo. Nada más falso. El equipo ya lo tienen formado hace rato, incluso desde antes de ganar las elecciones, y está integrado por una selecta élite de oportunistas e incondicionales, cuyo único mérito es haberse ensuciado los zapatos durante la campaña electoral, y nada más.

A ellos se suma uno o dos “expertos”, que son recomendados por los empresarios que solventaron la campaña, quienes de esa manera se aseguran de tener un enlace al interior del municipio a la hora del reparto de la torta presupuestal. La capacidad técnica y profesional, así como la experiencia en gestión pública y otras virtudes personales que tanto se oye pregonar, al final no cuentan para nada. El único requisito para ingresar a trabajar a un municipio es formar parte de ese privilegiado entorno exclusivista.

Lo frustrante de todo esto es que, ingenuamente confiados en la palabra del alcalde, decenas de técnicos y profesionales, de amplia y reconocida trayectoria, envían sus currículos al alcalde con el ferviente deseo de poner su capacidad y experiencia al servicio de la tierra donde residen. Por desgracia, los montones de currículos no duran ni un día en el escritorio de alcaldía antes de ir a parar al tacho de la basura. Aquí los concursos de personal y la meritocracia, son cosas del pasado o del futuro, no del presente.

De esa manera, la mayoría de alcaldes inician su gestión con un equipo clamorosamente huérfano de capacidad y experiencia. Nos consta que muchos de estos golondrinos han ingresado y egresado del municipio sin saber siquiera cuál es la diferencia entre un memorándum y un oficio. Aunque parezca mentira, todo tiene que hacerlo la secretaria.

Para colmo, ni en éste ni en otros menesteres el alcalde es capaz de corregir errores ni de escuchar opiniones, menos de la ciudadanía. Prefiere encerrarse en sí mismo o dentro de las cuatro paredes  de su oficina y solamente escuchar la música de su agrado. No importa si el municipio se ha puesto de cabeza o esté viniéndose abajo.

A propósito de esta inquietante situación, se afirma que durante las últimas gestiones ediles más de 900 personas han ingresado a laborar a la Municipalidad Provincial del Santa. Esta suerte de inundación burocrática ha elevado las planillas de la comuna a más de 2,000 trabajadores cuyas remuneraciones sobrepasan los 4 millones y medio de soles al mes, un monto imposible de cubrir. No hay plata para tanto sueldo.

De ahí que no entendamos por qué en vez de atacar al toro por las astas, aplicando un reajuste a las planillas, se haya optado por tomar la tangente. En una reciente sesión de concejo realizada en forma virtual, se ha aprobado formar una comisión de regidores dizque para declarar en emergencia el área de Recursos Humanos encargada de la contratación y pago del personal. En lugar de solución eso más parece un saludo a la bandera.

Si lo que se quiere es tapar el forado que ha ocasionado a las arcas municipales la contratación excesiva de personal, la declaratoria de emergencia tiene que comprender a toda la municipalidad y no a una de sus partes. Esa figura administrativa no existe. Por lo demás, todo indica que la comuna provincial está haciendo agua por todas partes.

Además, hay que tener en cuenta que el pliego presupuestal de toda municipalidad provincial es uno solo y el titular de dicho pliego es el alcalde, quien por antonomasia es el único responsable de su buen o mal manejo. Así lo establece tanto la Ley de Presupuesto Público como la Ley Orgánica de Municipalidades.

La integridad institucional y presupuestaria de una comuna no puede fragmentarse. Si así fuera, la gestión municipal se puede ir de las manos de un alcalde como el agua entre los dedos. Hay que tener mucho cuidado.