Editorial

EL CERRO DE LA INEPTITUD

Algo que  ya es característico en el modus operandi del gobierno regional de Ancash, es su incorregible tendencia a suspender o abandonar  la ejecución de muchas de sus obras. Solo por citar unos ejemplos, en el caso de la provincia del Santa podemos mencionar al coliseo cerrado Gran Chavín, el enrocado de la bahía de Chimbote, el coliseo cerrado de Coishco, la posta médica del pueblo joven Magdalena Nueva y el mismo colegio Víctor Andrés Belaúnde que acaba de cumplir diez años sin concluir.

Pero tan grave como esta empedernida e incurable mala costumbre, es el silencio absoluto que guarda la institución en situaciones como ésta, como si la opinión pública y la comunidad en general no tuvieran derecho a conocer lo que se realiza en su nombre. Además de ineficiencia en toda la extensión de la palabra, esa es una clamorosa falta de respeto y transparencia.

En octubre del año pasado, en medio de la fanfarria publicitaria que suele utilizar solo para la foto, el gobierno regional inició el asfaltado de la carretera que conduce al Cerro de Juventud, una obra cuya necesidad e importancia continúa siendo indiscutible. Ello no obstante, y conforme lo advirtió este medio de comunicación, en ese momento la obra no contaba con el respectivo expediente técnico. Nada más extraño y contraproducente.

Debido a esta circunstancia que para muchos no pasó inadvertida, a la hora de romper la botella de champán nadie tenía idea de cuánto era el presupuesto asignado y en qué plazo se iba a ejecutar el asfaltado. Como única respuesta a estas inquietudes, uno de los funcionarios que asistieron a la colocación de la enésima primera piedra, se limitó a decir que todo esto se iba a “regularizar en los próximos días”.

Antes de empezar a escribir este comentario, nos hemos enterado que la obra de asfaltado se encuentra paralizada desde abril del presente año y en la Sub Región Pacífico nadie razón de nada. Da la impresión que lo que menos le interesa a esta dependencia regional es la opinión del pueblo de Chimbote. Lo único que se sabe es que, igual que lo que acaba de suceder con esta obra, muchas adjudicaciones se otorgan entre gallos y medianoche, sin acatar los requisitos establecidos por el Organismo Supervisor de Contrataciones con el Estado, OSCE.

Por su especial particularidad geográfica, el Cerro de la Juventud es un incomparable mirador turístico y por consiguiente uno de los lugares más emblemáticos de Chimbote. Más de los días acuden a este lugar decenas de visitantes y excursionistas que vienen desde distintos lugares del Perú y el extranjero. Así lo destacan las guías de información turística que circulan dentro y fuera del país.

Como se recuerda, la iglesia Señor de la Vida que se halla en las faldas del cerro y la carretera afirmada que sirve de acceso, fue posible gracias a una cadena de voluntarios dirigida por el obispo Luis Bambarén Gastelumendi. Además de numerosos empresarios locales, en esta cadena humana, que se formó en setiembre de 1986, participaron alrededor de 20 mil jóvenes de ambos sexos. De ahí su nombre: el Cerro de la Juventud.

Exactamente dentro de dos meses se van a cumplir 35 años de aquella histórica y hermosa jornada y mal haría el gobierno regional en desairar al pueblo de Chimbote manteniendo inconclusa la ejecución de esta obra. Repetimos, sería imperdonable que el Cerro de la Juventud termine convertido en el cerro de la ineptitud.