Editorial

¿Y QUIÉN AYUDA A LOS BOMBEROS?

Ironías de la vida. Cada vez que se produce un incendio o nos castiga un desastre natural, los primeros en acudir con su ayuda son nuestros amigos bomberos. Sin embargo cuando éstos necesitan de la ayuda de nuestras autoridades o de las instituciones de gobierno, ya sea para mejorar sus equipos y brindar un mejor servicio a la comunidad, sucede exactamente lo contrario: nadie se acuerda de ellos. Cada vez que necesitan de guantes y botas nuevas, solo por citar un ejemplo, no les queda otra cosa que realizar una rifa.

Increíble pero cierto. Desde hace diez años, cada vez que las compañías de bomberos de Chimbote y Nuevo Chimbote tienen que hacer frente a una emergencia, lo hacen  utilizando los mismos vehículos, los mismos equipos y los mismos implementos. Hace rato que éstos ya no están en perfectas condiciones y utilizarlos así como están más bien representa un peligro. En cualquier ciudad del mundo, estos equipos se renuevan con una periodicidad de cinco años en el peor de los casos, cosa que aquí está muy lejos de parecerse.

Éstas y otras precariedades, propias de un documental de tragedia, quedó al desnudo el pasado domingo 11 cuando los hombres y mujeres de rojo debieron sofocar el incendio que redujo a cenizas cinco locales comerciales ubicados frente al mercado Buenos Aires.

El único carro autobomba del que disponían en ese momento, se vio obligado a interrumpir su trabajo cada quince minutos para abastecerse de agua a una cuadra de distancia. La capacidad del vehículo es de apenas 1,000 galones que se consumen por completo en ese cortísimo tiempo. Para mala suerte, en ese mismo instante el autobomba de Chimbote debió sofocar otro incendio en el Vivero Forestal.

Para una población que supera el medio millón de habitantes, como es el caso de Chimbote y Nuevo Chimbote, para enfrentar este tipo de emergencias se requiere por lo menos seis de estos vehículos, equipados con buenas mangueras y en perfecto estado de funcionamiento. Cualquier comentario sobre el particular es innecesario.

Pero ahí no queda todo. Cuando acudimos al local de la compañía de bomberos de Nuevo Chimbote en procura de obtener una mayor constatación, el cuadro que pudimos observar fue mucho más que patético. Los uniformes que alguna vez fueron de color rojo ahora lucen completamente desteñidos, en un estado que no corresponde a quienes exponen sus vidas para salvar a la sociedad. Por absurdo que parezca, los equipos de respiración artificial y protección facial brillan por su ausencia. Para colmo, algunas mangueras hacen agua por todos lados.

Se sabe que tanto el gobierno regional de Ancash como todas las municipalidades provinciales y distritales, disponen de recursos económicos para contribuir no solo con la compra de estos implementos sino también con el mantenimiento y reparación de vehículos y equipos contraincendios.

En más de una oportunidad, los bomberos de Chimbote y Nuevo Chimbote han enviado a estas dependencias más de un documento solicitando esta clase de apoyo, pero hasta el momento jamás han recibido una respuesta. Sería bueno que sigan el ejemplo de El Callao, Tarma y Arequipa, donde recientemente incluso se ha construido un nuevo local. ¿Por qué acá no puede hacerse lo mismo?