Editorial

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

Un día antes de la última noche buena, la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS) decidió tomar al toro por las astas y dispuso lo que en la práctica significa un ajuste del cinturón y, por consiguiente, la reestructuración total de Sedachimbote, que no es otra cosa que la tabla de salvación que ha estado esperando esta convaleciente empresa paramunicipal.

Mediante Resolución N° 080 de fecha 23 de diciembre del 2021, el organismo supervisor de las empresas de saneamiento aprobó su Informe Final de Evaluación N° 23-2021, el mismo que concluye poniendo el destino de Sedachimbote en manos del Organismo Técnico de Administración de los Servicios de Saneamiento (OTASS), un ente adscrito al Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento.

El informe de SUNASS ha sido muy categórico en señalar que la causa por la que Sedachimbote ha llegado a esta situación es la pérdida de tres factores  fundamentales: 1) solvencia económica,  2) sostenibilidad de la gestión empresarial, y 3) sostenibilidad en la prestación del servicio de saneamiento.

La pérdida de solvencia económica significa que en este momento, económicamente  hablando, Sedachimbote “hace agua” por todos lados y por lo tanto ya no es capaz de sostenerse por sí misma. En tales circunstancias, es imposible, por ejemplo, que la empresa paramunicipal pueda  emprender  nuevos proyectos cuya ejecución  requiere de financiamiento externo. No se puede pedir peros al olmo. Por lo demás, cuando el agua llega hasta el cuello, la única manera de no hundirse totalmente es cogiéndose de las manos de papá gobierno. Y eso es lo que, en buena hora, acaba de decidir la SUNASS.

Asimismo, la pérdida de sostenibilidad de gestión empresarial es un indicador del estancamiento en el que se encuentra Sedachimbote producto de sucesivas decisiones erróneas. Mientras por un lado existe un  notorio exceso de personal  y extremada vocación  burocrática, por otro lado se ha descuidado la ejecución de proyectos vitales para elevar la calidad del servicio de saneamiento, como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (P-TAR).

Por último, la pérdida de sostenibilidad de la prestación del servicio de saneamiento es otro de los detonantes que ha llevado a la SUNASS a tomar la decisión  de cortar por lo sano. Aparte de continuos cortes del servicio, programados y no programados, Sedachimbote no ha mostrado la menor preocupación en optar por una autonomía de abastecimiento, como lo han hecho otras ciudades del país. Durante más de treinta años el servicio de abastecimiento de agua en Chimbote y Nuevo Chimbote depende del canal IRCHIM cuya prioridad es la actividad agrícola.

Cabe señalar que las deficiencias de este servicio no son de ahora. Viene de mucho tiempo atrás, pero ha sido en los últimos cinco años cuando la situación se ha tornado insostenible. De hecho, mucho ha tenido que ver  en todo esto, el papel que ha jugado la municipalidad provincial del Santa que es la principal accionista de la empresa. Sin voluntad política, la gestión pública no camina.

Todos esperamos que mientras permanezca en manos de OTASS, Sedachimbote pueda obtener el máximo provecho de esta crucial experiencia  y se convierta en  una empresa eficiente y de calidad. En más de una ocasión, las instituciones que han pasado por una reorganización, han conseguido pasar a una vida mejor. No hay mal que por bien no venga.