Editorial

ADEMÁS DE SILENCIO CÓMPLICE EXISTIRÍA UNA CONSPIRACIÓN

Para que liberteños acaparen aguas del Santa:

Como se recuerda, a mediados de marzo del presente año los dirigentes de la Junta de Regantes del canal IRCHIM soltaron una noticia bomba al denunciar  la construcción ilegal e inconsulta de un muro de concreto en medio del cauce del Santa, cuya finalidad no es otra que desviar un mayor volumen de agua hacia la bocatoma de la irrigación liberteña Chavimochic.

Sin embargo, desde esa fecha han pasado ya dos meses y hasta este momento ninguna de  las autoridades ancashinas, salvo la congresista Lady Camones, ha tenido el coraje de dar la cara y menos de levantar su voz de protesta por esta apropiación ilegal. Si esto sigue así, a la larga el silencio puede resultar  tanto o más perjudicial que el propio muro. Además, este anormal mutismo, por lo mismo que ha despertado inevitables suspicacias, tiene que ser esclarecido lo antes posible. De no ser así, podría interpretarse  que detrás de todo esto existe una conspiración muy  bien planificada cuyo objetivo final es el acaparamiento de las aguas del río Santa a favor del proyecto liberteño.

La presunción es muy clara. Desde hace cinco años, coincidiendo con el entrampamiento de la III Etapa de Chavimochic,  se ha producido una serie de extraños acontecimientos que llaman a la reflexión y que trataremos de resumir en pocas palabras.

En julio del 2017, durante la gestión del ex gobernador regional Luis Gamarra Alor, el Ing. Edilberto Ñique Alarcón fue nombrado gerente general del Proyecto Especial  Chinecas luego de haberse desempeñado hasta ese momento como gerente  de Chavimochic.

Como es de público conocimiento, el 12 de marzo del 2019 Ñique Alarcón convocó en su despacho a los dirigentes de los pueblos jóvenes que invadieron 308 y 217 hectáreas de propiedad de Chinecas. Pero no lo hizo para exigirles que desalojen las tierras, como era su obligación. No. Lo hizo más bien para expresarles su total respaldo y brindar todo su apoyo para que sean titulados.

A fines  de mayo de ese mismo año, antes de ser removido del cargo y en vista de no haber logrado el más mínimo avance en la ejecución de Chinecas, Ñique Alarcón no tuvo el menor empacho en sugerir a los agricultores del valle Santa que los más indicado era que construyan sus propios pozos tubulares para que puedan irrigar sus cultivos. El mensaje era suficientemente claro: Chinecas no va.

Luego de abandonar Chinecas, Ñique Alarcón fue recibido con los brazos abiertos  en la gerencia general de Chavimochic, donde se mantiene actualmente.

Pero a comienzos del presente año, otra noticia sacudió a la opinión pública regional. El principal asesor legal del gobernador regional de Ancash, precisamente en asuntos relacionados con Chinecas, era al mismo tiempo consultor externo de Chavimochic.  Para no expandirnos en el tema y ser lo más explícito posible, solo cabe  plantearnos  una pregunta: ¿se podría aceptar que todo esto es producto de  la casualidad y pura coincidencia?

En el mejor de los casos, lo único que podría deducirse de esta extraña coincidencia es que el silencio de las autoridades ancashinas tampoco sería producto de la casualidad. Por imperio de la ley, el gobernador regional Henry Borja Cruzado está en la obligación no solo de exigir una explicación a su homólogo de La Libertad por la construcción inconsulta del muro, sino también de salir en defensa del patrimonio natural de Ancash. No en vano es él quien  representa legalmente a la región. La misma incumbencia recae sobre el gerente general de Chinecas, ya que la disminución del volumen de agua conspira contra todo intento de justificar en adelante la factibilidad del proyecto que él dirige.

Pero, claro, quienes  hace tiempo han debido hacer lo propio son los funcionarios de la Autoridad Nacional del Agua, cuya sede local se encuentra en el distrito de Nuevo Chimbote y cuya jurisdicción territorial abarca desde Huarmey hasta Chicama. Mientras no den la cara y tampoco salgan a brindar las explicaciones del caso, el silencio de estos empleados del estado también podría interpretarse como señal de complicidad. Ante tanto misterio y ocultismo, Ancash necesita y exige saber la verdad.