Opinión

MUSEO DE LAMBESC

Por: Miguel Rodríguez Liñán (*)

Como aquel sábado de cielo mayoritariamene diáfano, pero con nubes intrusas yendo y viniendo, era el Día del Patrimonio en Francia (Las Galias), se podían visitar gratis todos los lugares históricos, museos, lavanderías, molinos y edificios antiguos que lo constituyen.

      Así, comenzamos por la visita al campanario central, para contemplar los techos de Lambesc, los parques, las iglesias, las casas, campanario también conocido como el jacquemard… Un « jacquemard » es un autómata o maniquí de arte que representa a un personaje esculpido en madera o en metal, que gira alrededor del campanario, e indica las horas golpeando la campana con un martillo… Campanario jacquemard que es uno de los más bonitos de Francia, debido a los autómatas de talla humana que allí dan vueltas y hacen sonar las viejas y poderosas campanas de cobre inmortal.

      Como siempre estoy ávido de historias que desconozco, cualquiera que sean, lo viejo para mí es nuevo si lo descubro, como es el caso… Boconcita entusiasta me informa que la antigua muralla de Lambesc, que ya no existe sino en el recuerdo, fue edificada en el transcurso del siglo quince… En el sitio del actual campanario jacquemard se encuentra una de las puertas de esa antigua muralla, también llamada la puerta de Salon, donde estamos… Son apenas las diez de la mañana, tres eternas horas nos separan del divino almuerzo del divino vino, uf, hemos venido muy temprano digo bostezando y medio aguafiestas, aunque la verdad es que quisiera ir, rápido, al museo… Pero ahora subimos por una escalera de caracol hasta la cima del campanario situada a veinticinco metros de altura, yo algo desencantado porque no se ven los autómatas, sólo rodajas de hierro del antiguo campanario, bajamos, nos despedimos, no, hoy no iremos a las lavanderías de piedra en la rue de la République, que ya conocemos, no iremos al molino en las alturas de los edificios y comercios Calypso, frente al estadio, que ya visitamos, iremos directamente al museo del viejo Lambesc, vamos pues rumbo al museo que los apasionados de la historia y del patrimonio locales fundaron en 1936, rue Grande de nuevo, rue Notre Dame, rue Saint Pierre, rue Voltaire, boulevard Gambetta, rue du Jas, ya llegamos.

      El repertorio es variado, nos informa el muy amable recepcionista, pasen que van a disfrutar en la medida de sus gustos, que para todo hay, arte e historia local, la cocina provenzal tradicional, dice y yo estoy viajando en el tiempo, restos arquelógicos encontrados en las excavaciones, y al salir, allá enfrente, el sitio destinado a la preservación de la artesanía y del mundo agrícola, es impresionante para el amateur, eso no puede perdérselo, cher monsieur, la ebanistería y las herramientas de antaño, para las técnicas de ensillado de antaño, para la cosecha de la viña, las labores aferentes, la manera de marcar el ganado, el arado, la cerámica… Y yo fascinado me dejo llevar por la corriente.

      Tres salas tenemos aquí, en nuestro museo de las musas, la sala A. Clot, la sala E. Roussier, la sala R. Boyer… Un imán invisible me jala hacia la sala A. Clot donde descubro, de nuevo, que Francia es la hija primogénita de la iglesia CAR católica, apostólica y romana…Los reyes merovingios… Los reyes capetianos… Carlomagno… Francia la católica por excelencia hasta el milagro del siglo de las luces… Sólo Francia pudo parir al divino marqués de Sade, pienso… Precisamente por contraste… En fin, hoy me entero que un oratorio es un lugar consagrado a la oración, para invocar  la potencia divina… Pues bien oratorios hay y sobran en Lambesc, por ejemplo el oratorio de Santa Teresa, el de San Roch, el hermosamente llamado oratorio de nuestra Señora de la rosa, el oratorio San Marcos, el oratorio Santa Cruz, Santa Ana, Santa Catherina, oratorio del Sagrado Corazón, anoto el detalle a medida que siento los ramalazos del pasado, de lo que el viento se llevó…

      Estamos e la sala A. Clot… ¡Tantos objetos heteróclitos! De inmediato, pensando ya en lo que voy a escribir, se me ocurre hacer una enumeración exhaustiva de todos y cada uno de los objetos, para transmtir una idea de lo que es el museo de Lambesc… Mi ojo atento percibe, al mismo tiempo que mi mano anota, lámparas y lamparitas, candelabros, farolas, lupas, aparatitos de calefacción, molinitos de café, lámparas de aceite, lámparas de acetileno, lámparas de petróleo, morteros, abajo recipientes de ordeño, baldes, tinas, arriba lavatorios, tapas, sartenes, cacerolas, ollas, recipientes, jarras y jarrones, utensilios varios, utensilios de pastelería, calderos de cobre para las mermeladas, una colección de platos de loza en estantería que figura la pasión del Christos, aparatos de madera para fabricar raviolis, aparatos para la fabricación de la mantequilla, molinos y molinitos diversos, cucharas y cucharones, latas de conservas pretéritas, sillas viejas, un estuche de madera para bebé, allí metían las madres a sus hijitos mientras ellas trabajaban, bolas de petanca, tinas y lavatorios, racimos de ajos, cebollas y maíz secos, relojes de péndulo, una cuna de madera para dos bebés, armarios, flores secas, una mesa y seis sillas seis platos seis, cubiertos y seis copas para los almuerzos y cenas provenzales, una vieja mantequillera, armarios y  armarios, un plato con caparazones de caracol, más candelabros, maniquíes vestidos de ciudad, de cazador, de militar, de dama provenzal, de paisano provenzal, botellas y botellas, un gato de loza, allá un cuadro del poeta Frédéric Mistral, otros cuadros de solemnes personajes incógnitos, santones provenzales frente a los oratorios, crucifijos, escopetas, más calentadores de la época, el cuello y la testa de un ciervo disecado, una maquinita de madera para hilar, máquinas de coser Singer (¡tan antiguas son!), aparatos de madera para lava ropa golpeándola, libros, banderas, frascos y frascos, una rosa de los vientos, etc. etc… Damos media vuelta y, al ver un cuadro, anoto Baron General Merle (1766-1806), campañas napoleónicas, combatió en la batalla de Marengo y en la de Austerlitz, entre otras, ya estamos en la sala Roussier, hay un piano, hay cuadros de donadores con ilustres civiles de la época, pero también material bélico, sospecho que algunos sables y espadas fueron utilizados en la guerra franco-prusiana (1870-1871), así como ese casco y esa coraza de comandante… Hay pistolas y revólveres de variada forma, rifles y escopetas, trompetas, tricornios, y un uniforme con botones dorados, con certeza utilizado en esa guerra entre una coalición de estados alemanes y el imperio francés de entonces, que se saldó con la victoria de los prusianos…

     Como soy admirador incondicional de santos y santas, poetas o no, anoto la presencia de Pauiline-Louise de Pinczon (1752-1820), aunque no haya sido declarada santa, solamente venerable por la iglesia CAR, cuya figura se muestra entre ornamentos y rechonchos querubines de madera… Anoto igualmente la presencia de Monsieur Léon Dury, eminente médico que ejerció en Japón, médico que tuvo por gran amigo, en Francia cuando era estudiante, a Monsieur Matsuoka, quien llegó a ser primer ministro de Japón por aquellas épocas… También hay fotos y recortes periodísticos del sismo de 1909, cerca de unas bolas de cañón y una réplica miniatura del mismo, sobre una plancha de metal donde también hay sombreros… Hay, por fin, los cuadros miniatura de la familia Roulin, Joseph el famoso cartero, y sus tres hijos, Armand, Camille y Marcelle… Al salir, bruscamente instalado en el presente, que ya fue, me acuerdo que dejé encerrado, afuera en el balcón, a mi gato que sí es un verdadero inmortal… ¡me olvidé de dejarle sus croquetas!

(*) Escritor y Poeta radicado en Francia.