Editorial

MENTIRAS QUE MATAN

Falsa declaración jurada:

A comienzos del presente año, el nombre del congresista Raúl Doroteo Carbajo, de las filas de Acción Popular,  saltó a las primeras planas de la prensa nacional al ser sindicado de pertenecer a la agrupación parlamentaria apodada  ”Los Niños” que, de acuerdo con una investigación de la Fiscalía de la Nación,  aparece involucrada en la red criminal de tráfico de influencias y aprovechamiento político encabezada por el presidente de la república Pedro Castillo Terrones.

Nuevamente ayer, el nombre del congresista Doroteo Carbajo ha vuelto a ocupar los titulares de la prensa nacional tras ser sentenciado  por el Juzgado Unipersonal de la Corte Superior  de Ica a cuatro años de prisión por haber mentido en  la hoja de vida que presentó al Jurado Nacional de Elecciones. En dicha declaración el congresista Doroteo atestiguó bajo juramento haber concluido la carrera profesional de ingeniería de sistema e informática. Sin embargo, de acuerdo con un informe presentado por la Universidad San Ignacio de Loyola ha pedido de las autoridades judiciales, el congresista únicamente ha aprobado los dos primeros ciclos de la mencionada carrera profesional y por consiguiente solo  acredita la condición de matriculado. ¿Nada más fácil que engañar al estado?. Tal parece que si.

En un hecho similar, el alcalde del vecino distrito de Nepeña, Pedro Carranza López, también acaparó los titulares de ayer tras ser sentenciado  por la Corte Superior de Justicia del Santa a un año y medio de pena privativa de la libertad, al haberse comprobado asimismo que mintió al Jurado Nacional de Elecciones en su hoja de vida. En dicho documento, Carranza López declaró haber concluido los estudios de nivel primario pero, según un informe proporcionado por la UGEL Santa, solo ha llegado hasta el cuarto grado.

De acuerdo con las respectivas resoluciones de sentencia, tanto el congresista Doroteo como el alcalde Carranza han incurrido en delitos contra la fe pública y falsedad genérica en agravio del jurado Nacional de Elecciones.  Sin embargo, la aplicación de ambas sentencias es de efecto suspendido, debiendo por tanto cumplirse en libertad pero bajo apercibimiento de cumplir determinadas reglas de conducta. Pues en caso de incumplimiento, la pena podría ser revocada por prisión efectiva, ello independientemente del proceso de vacancia que Doroteo y Carranza podrían enfrentar como consecuencia de su nueva condición jurídica. Por un hecho como éste, el ex gobernador regional de Ancash, Enrique Vargas Barrenechea, el famoso “chef”, fue a parar a la cárcel.

Sin embargo, como se puede deducir, ni Doroteo ni Carranza han tenido necesidad de ocultar la verdad para postular y ser elegidos. Para el desempeño de estos cargos, las normas del Jurado Nacional de Elecciones no exigen acreditar un determinado nivel académico. En el fondo, ésta no es una medición que podría afectar o favorecer el mérito personal de cada candidato. El cargo de congresista o alcalde es de responsabilidad exclusivamente política donde, en el mejor de los casos, la única exigencia de parte es honestidad y transparencia.

Por consiguiente, ambas sentencias podrían ser al mismo tiempo un llamado de atención a la clase política local y nacional y un emplazamiento para que de una vez por todas abandonen esa perniciosa costumbre de ocultar la verdad y vender gato por liebre. No está demás recordar al respecto que, al final, es la vindicta pública la que se encarga de sancionar esta falta.

Por otra parte, lo ideal sería que el Jurado Nacional de Elecciones aplique un mayor celo antes de habilitar la postulación de un candidato y no después que éste haya sido elegido. Eso le ahorraría al país más de un mal momento. Para nadie es un secreto que, igual que Doroteo y Carranza, existe a nivel nacional un sinnúmero de casos similares que enrostran al electorado el grave error de haber elegido a  la persona incorrecta.

Se ha dicho hasta el cansancio que ocultar una mentira es como tapar la luz del sol con un dedo. Al final, la verdad es algo que irremediablemente se llega a descubrir. Por eso, como bien lo sostuvo Abraham Lincoln,  se puede mentir a muchos mucho tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Las mentiras se descubren por sí mismas y caen por su propio peso.