Editorial

EL ESPÍRITU DE LOS PUEBLOS

Diócesis de Chimbote:

El año 1962 fue para Chimbote un periodo de grandes realizaciones.  Fue a partir de ese momento que dejó de ser la humilde caleta de pescadores  de sus años aurorales para  empezar a  vivir el milagro que lo convertiría en el más grande emporio de la industria pesquera nacional. Fue también el 26 de noviembre de ese mismo año cuando el Papa Juan XXIII promulgó la bula “Ecclesiae Propositum” que oficializó la creación de la Prelatura Nullius de Chimbote, nombrando como su primer obispo al inolvidable monseñor Carlos Santiago Burke.

Veintiún años después,  6 de abril de 1983, durante el papado de Juan Pablo II, la prelatura nullius de Chimbote fue elevada a la categoría de Diócesis, encontrándose en aquel entonces bajo la conducción del obispo ancashino  monseñor Luis Bambarén Gastelumendi.

De hecho, el ámbito de la Diócesis de Chimbote es una tierra pródiga y generosa.  Comprende no solamente las provincias de Santa, Pallasca, Casma y Huarmey sino también  los distritos de algunas provincias del Callejón de Huaylas que se encuentran en la vertiente occidental de la cordillera Negra, de cara al océano Pacífico. Esta privilegiada jurisdicción cuenta con más de 600 mil habitantes, de los cuales el 87.3% han sido bautizados y profesan la  religión católica.

En sus 60 años de  existencia, la Diócesis de Chimbote se ha caracterizado  no solamente por haber afianzado su labor pastoral sino también por haber impulsado con ese mismo empeño una labor de asistencia social y comunitaria. Muchos de los alcances de esta labor se pudo ver como consecuencia del terremoto que azotó la región Ancash en mayo de 1970. Y fue  a través del reparto de ropa y alimentos a miles de familias de extrema pobreza que padecieron los estragos de la tragedia y que vivían en lugares inaccesibles.  Eso mismo se puede constatar ahora cada vez que el fenómeno  El Niño azota con igual intensidad a esta misma población vulnerable. De algo podemos estar seguros: cada vez que el pueblo necesita de una ayuda humanitaria, ahí está la mano solidaria de la Diócesis de Chimbote.

Solo por citar unos ejemplos, dentro de ese marco de solidaridad destaca asimismo la  labor que desarrolla el albergue San Pedrito, el centro de asistencia humanitaria que brindan las Hermanas de la Caridad en la parroquia Virgen de la Puerta, el asilo de ancianos San José en Casma y numerosos comedores populares que funcionan a todo lo largo y ancho esta jurisdicción.

Imposible dejar de mencionar en este marco de referencia, la labor de justicia social que en todo momento ha comprometido la participación de la Diócesis de Chimbote. Lo vimos durante las huelgas que realizaron en la década de los 70 y 80 los pescadores de esta parte del litoral y los trabajadores siderúrgicos. Fue gracias a la intermediación de la diócesis que estos conflictos pudieron arribar a una solución pacífica, basada en el principio cristiano de la justicia social.

Pero básicamente es en el terreno de la fortaleza espiritual donde la labor de la Diócesis de Chimbote ha calado con una mayor profundidad y donde se manifiesta a través de la alegría y el regocijo popular.  Fruto de la semilla evangelizadora que germinó en los primeros años de la colonia, los pueblos de esta jurisdicción eclesiástica celebran cada año sus respectivas fiestas patronales. Todas ellas tienen como común denominador el fervor inspirado en la fe católica, el mismo que con el paso de los años ha pasado a formar parte de su historia y de su identidad cultural.

Así lo demuestra la tradicional festividad en honor a San Pedrito que se celebra en los puertos de Chimbote, Coishco y Samanco.  La fiesta del Señor Crucificado de Santa, Santo Toribio de Mogrovejo en Macate;  Virgen de Guadalupe en Nepeña, Virgen del Rosario en Moro y virgen María Magdalena en Jimbe. Por más de una razón, cada una de  estas celebraciones es la más fiel expresión del espíritu  de estos pueblos, que la Diócesis de Chimbote, a cargo ahora de monseñor Ángel Ernesto  Zapata Bances, está empeñada en afianzar.