Editorial

PALACIO DESTARTALADO

En declaraciones ofrecidas al Diario de Chimbote, el nuevo regidor de la municipalidad provincial del Santa, Pedro Bernabé  Domínguez, ha vuelto a poner en el tapete un tema del que ya nos hemos ocupado en este mismo espacio de opinión, el mismo que de ninguna manera puede mantenerse en el olvido. El tema es el ascensor del Palacio Municipal, un mecanismo de primerísima necesidad que se mantiene paralizado desde hace meses en plena gestión anterior.

Esta situación no solamente raya con lo inaudito y lo inaceptable. Muy aparte de ser una pésima gestión del servicio que se brinda al usuario, no deja de ser una clara demostración de insensibilidad e inhumanidad. No se puede decir otra cosa.

Como bien lo ha hecho notar el regidor Bernabé Domínguez, son numerosas las personas que diariamente acuden al palacio municipal a realizar una que otra gestión y que, como él, adolecen de alguna discapacidad física. Para desplazarse, estas personas necesitan hacerlo con la ayuda de muletas, silla de ruedas y, según sea el caso, con la ayuda de un lazarillo. Eso, como es de suponer,  representa un verdadero martirio para estas personas;  peor aún cuando la gestión debe realizarse en el segundo, tercer o cuarto piso. Justamente la oficina asignada al regidor Domínguez se encuentra en el tercer piso del Palacio Municipal, lo que hace imposible que pueda cumplir cabalmente su función. El caso es igual de dramático cuando se trata de personas de la tercera edad o madres gestantes y con hijos en brazos.

Para quienes conocen de estos menesteres, nada justifica que con tan solo 28 años de vida, el ascensor del palacio municipal se encuentre paralizado  y abandonado. Eso solo tiene una explicación: falta de mantenimiento e interés.  Se sabe, por ejemplo, que el ascensor del hotel de turistas ha cumplido 72 años de uso pero se mantiene activo gracias al mantenimiento que recibe todos los años.

Por otro lado, se tiene conocimiento  que existe un presupuesto anual destinado al mantenimiento del palacio municipal, el mismo que incluye no solamente el funcionamiento del ascensor sino también el pintado general, la reparación de puertas y ventanas, cambio de  instalaciones eléctricas y sanitarias, etc. Si el ascensor no recibe mantenimiento hace ya cuatro años, significa que ese presupuesto es utilizado para otros fines.

Pero la desgracia del palacio municipal también tiene otras facetas. La denominada “Sala Cáceres” destinada exclusivamente para la realización de sesiones de concejo, ha sido convertida en oficinas administrativas.  ¿Cómo dicen que no se ha incrementado el número de trabajadores municipales?. Por esa razón los regidores ahora tienen que sesionar y debatir sentados en las butacas del auditorio, dándose la espalda unos con otros como si estuvieran en las graderías de un estadio de fútbol. Eso, desde luego, es una afrenta para la majestad del pleno edil.

Igual o peor suerte ha corrido la sala destinada para la realización de matrimonios civiles, donde las parejas de contrayentes solían firmar el registro civil en presencia de sus testigos, padrinos y familiares y hasta posaban para la foto del recuerdo. Ese tradicional recinto ahora se encuentra repleto  de fólderes y archivos empolvados que nadie da razón para qué sirven.

Es realmente una lástima que el palacio municipal, del que se dice es la casa de todos los chimbotanos, ahora haya quedado, ni más ni menos, como un palacio destartalado.