Editorial

NO SE MIDE A TODOS CON LA MISMA VARA

Invasores de Chinecas:

Hace dos días personal del Proyecto Especial Chinecas retiró y destruyó por enésima vez  herramientas, maquinarias y otras instalaciones de dos  centros de minería ilegal que desde hace muchos años funcionan en terrenos  de propiedad del proyecto  situados en la zona de Pampa La Carbonera.  Hasta donde podemos recordar, esta misma acción se ha realizado en más de tres oportunidades, en el mismo lugar y en menos de un año.

Es obvio que el desalojo y la destrucción de los enseres  de estos dos campamentos mineros no responde a ningún exceso ni nada por el estilo. Este ha sido un procedimiento totalmente legítimo y amparado por nuestra legislación. A cualquier persona o entidad que ha sufrido la invasión de tierras de su propiedad,  le asiste el  pleno derecho de erradicar al usurpador. Reiteramos, este derecho está consagrado en todos sus extremos por nuestra legislación y el estado de derecho.

Es más; por el solo hecho que ambos campamentos mineros se encuentran en terrenos de propiedad privada e intangible, como es la condición de las tierras de Chinecas,  es simplemente imposible que el Instituto Nacional Geológico, Minero y Metalúrgico, encargado de las concesiones mineras,  pueda autorizar su funcionamiento y formalización. Por tanto, el desalojo del que han sido objeto por parte del personal de Chinecas, es  cien por ciento legal.

Frente a todo esto, sin embargo, y sin el ánimo de alentar represalias  ni falsos resentimientos, vale la pena preguntarse ¿por qué Chinecas no  actúa con la misma energía  y con la misma prontitud frente a centenares de invasores  quienes, igualmente  en forma ilegal y por la fuerza, ocupan hasta ahora alrededor del 30 por ciento de sus tierras?.  Sabido es que ningún otro proyecto de irrigación nacional ha permitido la invasión ú ocupación ilegal de  una sola hectárea de sus tierras.

Hasta donde se sabe, por ejemplo, ninguno de los miles de sembríos ilegales que existen en las tierras de Chinecas ha sido objeto de una acción de desalojo como la que acaban de sufrir los dos campamentos de minería ilegal instalados en Pampa La Carbonera. De igual modo,  las tuberías, sifones y motobombas que utilizan los agricultores ilegales para sustraer agua de los canales de irrigación y que han sido retirados en más de una ocasión por funcionaros de Chinecas, tampoco han sufrido destrucción alguna.

En momentos en que el gobierno regional de Ancash acaba de suscribir un convenio con Proinversión para relanzar el proyecto Chinecas, no deja de ser imperativo que todos los invasores de sus tierras sean medidos con la misma vara; sin favoritismos de ninguna clase.

Ese y no otro es el mensaje que urge transmitir a los cuatro vientos si es que realmente  se quiere  atraer la inversión privada. Solio así es posible que Chinecas se convierta, de una vez por todas, en el emporio de agroexportación con el que venimos soñando hace más de treintaicinco años.